sábado, 7 de septiembre de 2013

Trece razones para leer a Seamus Heaney*

7/Septiembre/2013
Laberinto
Jordi Doce

1. Porque su lealtad a la palabra, la firmeza con que ha ejercido su oficio ante todo tipo de tentaciones y distracciones —mundanas, mediáticas—, su estar a resguardo de un mundo del que sin embargo no reniega ni se aparta, pues también es el suyo, son una defensa tácita del valor de la poesía, de su importancia.
2. Porque ha sido fiel a la idea del poema como gracia inesperada, como visita que exige del poeta una forma particular de disciplina: saber estar a la espera, cultivar los sentidos y la inteligencia, prestar atención.
3. Porque ha sido fiel, también, a la dimensión material de la palabra, algo que implica y supone una resistencia. Escribir como quien inserta una palanca en la tierra y empieza a mover, con lentitud laboriosa, la gran piedra confusa de las palabras.
4. Porque cada uno de sus libros es el fruto de un aprendizaje que recoge y amplía y matiza la lección del anterior, incluso para ganar en sencillez o despojamiento, para desaprender.
5. Porque a cada paso ha sabido encontrar a los maestros que mejor le convenían, las voces que le ayudaban a hablar con voz más suya, los ramales donde podía extraviarse a conciencia sin perder nunca de vista la carretera general.
6. Porque su poesía no ha renunciado ni a responder a los rigores conflictivos del presente, el peso de la historia, ni a ser —como debe— invención libre, juego lírico. Si muchos de sus poemas parecen responder a la pregunta de Robert Lowell: ¿Por qué no decir sencillamente lo que pasó?, otros confirman la tesis de Wallace Stevens de que Las cosas como son /se transforman en la guitarra azul.
7. Porque, como Anteo, ha sabido tener los pies en la tierra, pues de ella extrae la fuerza, el sentido de la gravedad, pero sin dejar nunca de mirar al cielo, de seguir el vuelo de los zarapitos, de presentir en la piel las idas y venidas de la luz.
8. Porque ha intentado, al menos, estar a la altura de aquella exigencia de Yeats de mantener juntas en un mismo pensamiento, realidad y justicia.
9. Porque ha buscado en el mito un instrumento para leer el presente y dar espesor a la historia; porque ha buscado en la historia y en el presente cotidiano una forma de mantener con vida el mito, de preservar su antiguo rango.
10. Porque su obra crítica es un ejemplo de equilibrio, perspicacia y, sobre todo, empatía con las poéticas más distantes o ajenas a la suya, incluso con aquellas que nunca le habrían devuelto el cumplido.
11. Porque en su poesía hay elevación sin impostura, ceremonia sin rigidez, cultura sin pedantería, afectos sin afectación.
12. Porque, como todas las grandes obras, ha creado el gusto por el cual debe ser juzgada.
13. Porque hace apenas unos años, a la pregunta del poeta Dennis O’Driscoll sobre “qué le había enseñado la poesía” respondió: “Me ha enseñado que sí existe la verdad, y que se puede decir. Que la subjetividad no se debe teorizar, y que vale la pena defenderla. Que la poesía misma conlleva virtud, tanto en el sentido de excelencia moral como en el de fuerza inherente, por el simple hecho de haberse fraguado; por poseer, en términos clásicos: integritas, consonantia y claritas”.
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*Texto de presentación de la lectura de Seamus Heaney en el Centro Niemeyer de Avilés, Asturias, el 4 de abril de 2013.

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