Jornada Semanal
Juan Domingo Argüelles
Hay poetas y hay lectores de poesía. Hay buenos y malos poetas, y buenos y malos lectores de poesía. Algunos, los menos (tanto poetas como lectores) son excelentes, y un puñadito son excepcionales. En sus Ensayos, Montaigne (lector excepcional) escribió: “Se puede hacer el tonto en todo lo demás, pero no en poesía.” ¡Cuánta razón le asiste!
Como Montaigne, hay otros grandes escritores que
nunca escribieron poesía, pero que fueron o son lectores exigentísimos
de ella. En parte, es por ello que nunca se atrevieron a publicar
poesía. Probablemente la escribieron o intentaron escribirla, y con
inteligencia y sensatez se dieron cuenta de que no tenían nada que hacer
en este género y se dedicaron al ensayo, la novela, el cuento, la
crónica, la dramaturgia y toda aquella escritura extraordinaria que no
es poesía.
Extraordinarios escritores que nunca publicaron
verso ni prosa poética como tal, revelan en sus páginas de narrativa,
ensayo y teatro su conocimiento y su pasión por la poesía. Sin
proponerse ostentarlo, se muestran poéticos en sus páginas. En nuestro idioma, Juan Rulfo es uno de ellos; García Márquez es otro.
Las obras de Rulfo y García Márquez están
cruzadas todas ellas de lenguaje poético (es decir, de concentración
verbal), aunque no sean precisamente poesía. El conocimiento poético
de Rulfo y García Márquez se debe a que fueron excelentes,
excepcionales, lectores de poesía. Y es indiscutible que un narrador o
un ensayista que ama y conoce la poesía es mejor escritor que uno que
ni siquiera la frecuenta.
Juan Rulfo no sólo era gran lector de prosa narrativa y de ensayo, sino también y especialmente de buena poesía. Su novela Pedro Páramo y sus cuentos (El Llano en llamas)
están marcados por su conocimiento poético, por su dominio lírico y
concentrado de la belleza lingüística. No sólo esto. Tradujo las Elegías de Duino,
de Rilke. Para cualquier lector atento es imposible no advertir el
ritmo poético de la prosa rulfiana desde el arranque mismo de Pedro Páramo. Si pusiéramos en versos regulares las dos primeras frases del inicio de esta gran novela, así las leeríamos:
Vine a Comala
porque me dijeron
que acá vivía mi padre,
un tal Pedro Páramo.
Mi madre me lo dijo.
La fórmula secreta, película de Rubén
Gámez, obtiene mucha de su intensidad del lirismo rulfiano. Por
ejemplo: “Cola de relámpago,/ remolino de muertos.” ¿Y no acaso José
Emilio Pacheco escribió un poema (“¿Qué tierra es ésta?”), como un
homenaje a Juan Rulfo, utilizando textualmente sus palabras? El Rulfo
conocedor de la poesía se nos aparece poeta sin duda en la forma en que
lo presenta José Emilio Pacheco, con versos inolvidables: “Digan si
hay aire y nubes./ Si hay esperanza./ Si contra nuestras penas/ hay
esperanza.”
El gran modelo de García Márquez es justamente Juan Rulfo, y en especial Pedro Páramo.
García Márquez es también un gran lector de poesía, y su prosa
narrativa es la de alguien que, indudablemente, ama la poesía. Él mismo
refiere que en el Liceo Nacional de Zipaquirá, donde estudió el
bachillerato, no sólo leyó, sino que recitó a todos los poetas clásicos
españoles. Se los sabía de memoria. “La poesía es alquimia pura”,
afirma. Y por ello no asombra que el arranque magistral de Cien años de soledad sea un arrebato poético, que puesto en versos leeríamos así:
Muchos años después,
frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía
había de recordar
aquella tarde remota
en que su padre lo llevó
a conocer el hielo.
Fue también Montaigne quien escribió: “En su
nivel más bajo, puede juzgarse la poesía a partir de los preceptos y la
habilidad. Pero la buena, la suprema, la divina, está por encima de
las reglas y la razón. Quien contemple su belleza con mirada firme y
serena no la ve, como no se ve el resplandor de un rayo. No intenta
seducir nuestro juicio; lo rapta y destroza. Desde mi primera infancia,
la poesía ha actuado así, traspasándome y transportándome.”
García Márquez diría: “Una de las virtudes del
escritor es la posibilidad de ver más allá de la realidad inmediata. No
otra cosa es la poesía.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario