sábado, 15 de junio de 2013

OCTAVIO PAZ VISLUMBRADO POR EVODIO ESCALANTE

15/Junio/2013
Laberinto
Heriberto Yépez

En la última década, Evodio Escalante ha publicado importantes libros sobre José Gorostiza —quizá su mejor obra—, Jorge Cuesta y los estridentistas. Este 2013 aparece Las sendas perdidas de Octavio Paz (UAM/Ediciones Sin Nombre).

Escalante hace crítica hermenéutica: escribe para des–cubrir el significado de obras literarias. Aquí explica desde el joven Paz hasta su concepción del tiempo.

Mientras los críticos nacidos en los sesenta y setenta retroceden a la reseña basada en gusto canónico, Escalante hace ensayos o capítulos donde busca sentidos ocultos.

Pero Escalante no prescinde de lo estético. Aquí deja ver su propia poética, según la cual la poesía alcanza su cima en la epifanía: “La culminación de esta asimilación del instante conduce a un momento de epifanía... un trance conciliatorio” (p. 157).

Concibe la crítica como la búsqueda de “aquellos pasajes en los que la aparición se despliega del modo más genuino posible” (154). Y da a entender que el poeta poseído es identificable por “una sensación de vértigo relacionada con la experiencia del tiempo” (148).

El libro termina con el comentario a una escena masturbatoria, eyaculación y éxtasis de Paz. Final sorprendente, significativo.

En zonas previas del libro, Escalante criticó a Paz. Por ejemplo, censa sus errores de interpretación sobre los Contemporáneos y recuerda que Neruda definió a Paz como un “pululante poetiso” de “dientes solapados”.

A la pura mitad del libro coloca su discrepancia más ríspida. Escalante recorre el modo en que Paz define surrealismo y vanguardismo en general, y concluye: “Paz está valorando siempre de acuerdo con un prisma que arroja luces múltiples. Y, para sorpresa nuestra, el último rayo de luz arroja siempre una sombra conservadora. Una sombra de conformismo... Viéndolo de otro modo: mejor nos quedamos como estamos” (75).

Este libro de Escalante es crítico de Paz y, a la vez, cae en “su extraordinario poder de seducción”. Paz era un poeta metafísico. Escalante es un crítico metafísico. En esa zona que en que coinciden, Escalante lo salva.

Lo condena cuando localiza errores de lectura de Paz y cuando su postura político–filosófica se acerca al quietismo. Escalante prefiere cierto espíritu de revuelta.

¿Es Escalante un paceano de izquierda? Esta parece ser la paradoja de su zigzag, donde la poesía se define como Aparición intermitente y el crítico como fenomenólogo posible.

En el libro, Escalante prácticamente no dialoga con académicos. Es crítica literaria dentro de la tradición mexicana. De ahí su exaltación.

Para Escalante poesía es revelación. Fustiga a Paz cuando no la logra y cae en equívocos mundanos o bibliográficos.

Celebra al Paz poseído por aquello que también lo posee: la experiencia metafísica de la poesía.
Sendas perdidas: recuento de los desvíos ideológicos y las vías místicas de Paz.

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