domingo, 12 de mayo de 2013

Memorias de periodistas

11/Mayo/2013
Laberinto
Braulio Peralta

El periodismo es subjetivo. Lo aprende uno con los años. Las aristas de la información son sinuosas. Bastaría con revisar la historia de  diarios y revistas para analizar los enfoques periodísticos de cada uno sobre cualesquier acontecimiento. Lo peor, cuando hay uniformidad en la noticia, entonces esa “objetividad” en realidad es orden gubernamental o de la iniciativa privada. Los directores de medios de comunicación lo saben mejor que nosotros. ¿Por eso se cuidan de escribir memorias sin censura?
Desde que empecé el oficio de editor me propuse publicar biografías de periodistas. Edité libros de gente como Manuel Becerra Acosta (el periodismo moderno con la creación del unomásuno), Miguel Ángel Granados Chapa (el columnista necesario y neural en la conformación de diarios como La Jornada), Carlos Marín (la otra historia a la versión oficial de la revista Proceso, y lo que siga de Milenio), y un libro que compendia a los periodistas fundamentales que crearon un estilo y forma de reportear: La vieja guardia. Protagonistas del periodismo mexicano, de José Luis Martínez S.  
Una historia del periodismo con sus protagonistas, es una deuda de quienes se dedican a la comunicación. Líderes del periodismo, muy cerca del poder. No libros al estilo de Vivir, de Julio Scherer; sí Los periodistas, de Vicente Leñero, sobre el golpe a Excélsior —aunque ahora hay versiones contradictorias, según Raymundo Riva Palacio. Libros con menos ego, mejor, detalles de la historia y el periodismo del país y las formas de gobernar y corromper conciencias (ojalá un gran periodista escriba esa historia que debe Julio Scherer García.)
Otro gran protagonista es Jacobo Zabludovsky, que esperemos cuente la verdad interna de Televisa y los sucesos de México, en el movimiento estudiantil del 68, entre muchos asuntos (al periodista no le gustó lo redactado mediante entrevistas por Enrique Serna para Clío, y ahora, esperemos, concluya sus memorias. ¿Será el valiente que diga su verdad?).
Los periodistas son renuentes a ocuparse de su relación en torno al poder. Las memorias de las que fui editor son una aproximación a lo más cercano a la realidad de diarios y revistas de México sobre sus formas de comunicar. No se atrevieron los periodistas a desentrañar, a poner en apuros a sus biografiados. Como si no fueran de carne y hueso, como si fueran de mármol. Conocemos sus iras en las salas de redacción, sus censuras, sus pros y contras. Libros así, como el realizado por Gonzalo N. Santos, Memorias, se los debe el periodismo mexicano.
No conocemos, por ejemplo, cómo termina la vida periodística de Enrique Ramírez y Ramírez —de rodillas al priismo con ayuda de Socorro Díaz—, del diario El Día. O la transacción de El Financiero —diario canónico sobre noticias del mundo de la economía—, antigua propiedad de Rogelio Cárdenas, que vendió a otro (¿de quién es en realidad?). Saber la verdad periodística es, también, periodismo.

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