Milenio
Jesús Alejo Santiago
Durante más de 30 años vivió fuera de México, pero antes y después formó parte de una tríada que recorría las calles de la ciudad y hablaba de libros, de hallazgos y coincidencias. Luego fue uno de los primeros interesados en traer al español a escritores que formaban parte de los gustos de unos cuantos.
Pitol se sabe un escritor difícil, de pocos lectores —pero muy fieles, aclara. Sin embargo, no se trata de una condición que lo alarme; al contrario, recuerda que jamás ha estado interesado en escribir sobre lo que está de moda o resulte fácil para el lector.
Al llegar a sus 80 años, que el escritor festejará mañana, pese a problemas de salud mantiene una lucidez que se refleja en sus textos. Los festejos iniciaron en la FIL del Palacio de Minería y continuarán la próxima semana en la Universidad Veracruzana.
Como un reconocimiento al escritor, MILENIO presenta las opiniones de 13 miembros de nuestra república literaria, quienes coinciden en la importancia del escritor para las letras hispánicas.
Juan Villoro
Entiende la narrativa como una aventura de la libertad, donde los géneros se mezclan fecundamente. En El desfile del amor el ensayo se mezcla con el relato y la autobiografía. No es muy común que la literatura latinoamericana sea tan reflexiva. En Pitol, las ideas son parte esencial de la trama. Además, es un traductor excepcional, que ha ampliado los registros de nuestro idioma traduciendo casi 100 libros de otras lenguas. Por él conocimos a Gombrowicz, Pilniak y muchos otros.
Es difícil escoger, pero la pasión está hecha de caprichos: elijo el libro de cuentos Vals de Mefisto. Es una lección maestra de cómo se escriben los cuentos. Pitol investiga su historia a medida que la narra, la discute, la corrige y le busca nuevas posibilidades. Cada cuento es un taller sobre cómo se escriben los cuentos. Una maravilla.
Hernán Lara Zavala
Su obra narrativa es excéntrica y singular. Sus cuentos y novelas son completamente diferentes a los de sus compañeros de generación, acaso por vivir tanto tiempo fuera del país: ocurren en diversas partes del mundo y sus temas siempre sorprenden por lo misterioso, lo oblicuo y su agudo sentido del humor, que nos hace reír con un dejo de amargura.
La obra que más admiro es El arte de la fuga, pues en ella se combinan de manera excepcional la prosa fina y delicada, el lector inteligente y el artista sensible que ama la pintura, la música, los viajes y la literatura en el todo unitario del arte.
Rodolfo Mendoza
Se figura es emblemática, pero al mismo tiempo es una rara avis de la literatura mexicana y en lengua española. La de editor es una de sus facetas menos conocidas, pero dirigió para Tusquets la colección Heterodoxos, sin la cual no hubiéramos visto en lengua española muchos de los libros que ahora nos resultan tan importantes.
Él fue testigo de mi boda, y ahora que seré padre por vez primera fue Sergio el primero en saber la noticia. Eso sucede con las personas por las que uno profesa una admiración tan sobrada como se la tengo a él: un ser de una generosidad absoluta, de un sentido de la amistad y la solidaridad a prueba de todo.
Rafael Pérez Gay
Su obra es una de las aventuras creativas más intensas de las letras mexicanas. Desde la publicación de El tañido de una flauta, inició un viaje interior en busca de su propia expresión. Desde luego, la trilogía de El Carnaval es un tríptico superior de la narrativa mexicana: El desfile del amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal me gustan. Volvería a leerlas sin duda alguna.
Otro gran libro: de 1996, El arte de la fuga. En su carácter anfibio, en su entramado autobiográfico, las páginas de este libro entregan un largo regreso al ensayo más viejo, más clásico, al mejor de los ensayos, aquel que combina con tanta libertad como poder lingüístico la búsqueda interior, la confesión, el diario, el libro de viajes, las memorias.
Fernando Solana
La obra de Sergio me representa una revelación, un aprendizaje iniciático, una alta lección de sensibilidad y literatura, un magisterio superior. En suma, una polifonía creativa sin la cual el lenguaje y la imaginación no serían lo que son.
Su tríptico novelesco El desfile del amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal me apasiona. Pero también otras novelas suyas, sus laboriosos cuentos, sus lucidísimos ensayos y sus incandescentes traducciones. Resumo y preciso: me gustan sus obras completas. ¿Por qué? Porque son inagotables.
Armando González Torres
Las novelas y cuentos de Sergio Pitol fueron para mí una referencia literaria exquisita y misteriosa; Pitol personificaba una sensibilidad cosmopolita, así como una escritura versátil y excéntrica. Esas cualidades se han ido decantando en sus obras de madurez, cuando rompe de la manera más virtuosa con las fronteras entre géneros. Por supuesto, estas cualidades como escritor no están desvinculadas de su tarea de traductor: al ser intermediario lo mismo de clásicos como Henry James, que de auténticos genios extraterritoriales como Witold Gombrowicz o Jerzy Andrzejewsky, Pitol eligió y emuló un canon heterodoxo que explica mucho de sus propios tonos y temas.
Mi obra preferida de Pitol es Domar a la divina garza, que es una comedia muy inteligente y exigente, capaz de burlarse de la vanidad y los afanes de grandeza intelectual de una manera muy espontánea y gozosa, sin caer en el moralismo ni en el resentimiento.
Ignacio Padilla
Es el maestro y la punta de lanza de la apertura de la literatura latinoamericana a la influencia de las letras europeas contemporáneas, particularmente a ciertas letras eslavas y algunos rescates anglosajones. Sabio, elegante, universal e influyente, es una rara avis que se convirtió en un maestro indispensable.
Su trilogía es su obra más notable: lección de estilo, estructura, pensamiento y humor. También es importante mirar con atención su trabajo como traductor, en el que también se ha permitido ser creador.
Javier García-Galiano
Creo que representa sobre todo un lector sagaz y certero, que descubre incesantemente autores que acrecientan el placer de la lectura. En su autobiografía, se recuerda leyendo desde niño, en Córdoba, Veracruz. Su curiosidad literaria parece infinita y se recrea perpetuamente rememorando, como un viaje, obras diversas como los clásicos de cualquier idioma, como las de escritores legendarios como Jakobsen, Chejov, Conrad, Graves o Bulgakov; rarezas como Pilniak, costumbres como Pérez Galdós, Tolstoi o Rilke, a muchos de los cuales ha traducido. Quizá por eso, el libro que recomendaría es El arte de la fuga, en el cual ese lector admirable conjuga apuntes de lectura y de viaje, diarios, ensayos, recuerdos, historias, chistes y chismes como un gran conversador.
Alberto Chimal
La obra de Sergio Pitol representa una de las cimas de la literatura mexicana del siglo XX. Una obra que se podría ver como la representación de una conciencia inconfundible, curiosa, profundamente universal. No hay otro escritor entre los grandes que tenga esa individualidad tan acendrada y tan potente, y su avidez intelectual es un ejemplo tan poderoso para todos sus admiradores como su estilo
Rosa Beltrán
La obra de Sergio me parece fundamental por la reinvención permanente, el asombro, la fusión de novedad y tradición, el desprecio por la solemnidad y el rescate de ese náufrago de nuestras letras: el humor. El arte de la fuga es el libro que más me gusta, porque es la invención de un estilo: su estilo.
Jorge F. Hernández
Nadie como él ha respirado en lecturas y viajes el orden misterioso del mundo, los escenarios del frío, las traducciones de autores que escribían en la nieve y, quizá por lo mismo, al volver de su periplo vital por Europa, Pitol se volvió el corazón palpitante, poco visto, aquerenciado al tiempo que aumentaban los registros de sus afectos, habitando precisamente el corazón de Xalapa. Han premiado a un escritor inmune al veneno de las vanidades, dueño de la epifanía tortuosa de la creación literaria en su emoción más pura, y a un hombre que ha sabido contagiar en algunos la intensa palpitación de la sinceridad que ofrece a todos.
El arte de la fuga es memoria y la cartografía del oficio; son los laberintos de los párrafos y las admiraciones que contagia... Es un amoroso revuelto de géneros y un acicate para todo aquel que se cree escritor, siendo sin olvidarlo lector.
Ignacio Trejo Fuentes
Su obra es entrañable y aleccionadora. Me ha enseñado a más o menos leer bien y, sobre todo, me ha dado lecciones de vida. Hemos convivido y conbebido. Hace muchos años, estaba yo revisando el anaquel donde estaban los libros de Anagrama en la recién inaugurada librería del Palacio de Bellas Artes, cuando una voz a mis espaldas dijo: “No pierdas el tiempo; lee a Fulana, a Zutana y a Mengano”. Era Sergio, y le hice caso. Luego conviví con él y con Vicente Quirarte, Jorge Esquinca, Guillermo Fernández, Eduardo García Aguilar, Rafael Vargas, Mario del Valle y varios más en La Casa de las Brujas.
Me gusta mucho El desfile del amor, muchos de sus (repetitivos) cuentos y sus libros de crónica. No entiendo muy bien su trilogía, donde incluye Domar a la divina garza; me parecen novelas esperpénticas y para “iniciados” en algo, no sé qué. Es un magnífico ensayista. Lo admiro.
Marcial Fernández
De su vasta obra lo que me parece más interesante es su cuentística: el relato breve de corte ficcional, la autobiografía que se inventa o reinventa en situaciones cotidianas, casi siempre en países distantes, lo que hace que sus cuentos sean para el lector mexicano cercanos y misteriosos, y para el lector extranjero un descubrimiento de cómo otros ojos ven su realidad.
Su gran apuesta, más allá de su cosmopolitismo, está en convertir la lectura en un acto de creación mediante una intrincada estructura que deja espacios vacíos, oquedades para el decir de los lectores.
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