lunes, 18 de marzo de 2013

Sergio Pitol: el traductor traducido

18/Marzo/2013
El Universal
Yanet Aguilar Sosa 

Parecía natural que siendo consejero cultural en las embajadas de Varsovia, Budapest y Moscú; embajador de México en Checoslovaquia o agregado cultural en París, Sergio Pitol se convirtiera en traductor y trajera al español la obra de escritores tan diversos como Henry James, Lu Hsun, Jane Austen, Joseph Conrad, Robert Graves, Witold Gombrowicz y Tibor Déry.
La pasión por la literatura universal, llevó al cuentista, novelista, ensayista, editor, traductor y diplomático mexicano a crear su propia geografía de la narrativa del mundo, pues desde mediados de los 60 y hasta hace pocos años, el autor de El arte de la fuga, El mago de Viena y Domar a la divina garza ha traducido poco más de 40 obras fundamentales de las literaturas polaca, rusa, inglesa, francesa, italiana y china.
Lo que fue casi inevitable es que ese traductor de talento indomable y curiosidad voraz se convirtiera de manera natural en uno de los escritores mexicanos más traducidos en los últimos diez años a lenguas tan diversas como francés, alemán, italiano, polaco, húngaro, holandés, ruso, portugués, chino, hebreo, japonés, coreano, vietnamita y árabe.
El bibliófilo, que posee una biblioteca enorme y envidiable en su casa de Xalapa, hoy celebra 80 años de vida rodeado de sus amigos. No quiso viajar, aunque es uno de sus mayores placeres, decidió quedarse tranquilamente en casa, donde están los libros que ha reunido a lo largo de la vida, las obras que ha traducido –la versión más reciente está en la Biblioteca Sergio Pitol Traductor- y donde están las traducciones que otros han hecho de su obra.
Es un escritor querido y generoso, además de ser uno con gran renombre internacional lo que ha generado que muchos estudiosos analicen su literatura y que muchos traductores lleven sus obras a otras lenguas.
Rodolfo Mendoza Rosendo, editor, crítico, ensayista y cronista de libros, pero ante todo amigo y coautor con Pitol de varios proyectos, asegura a EL UNIVERSAL desde Xalapa, que al escritor nacido en Puebla, el 18 de marzo de 1933, se le empezó a traducir pronto y que sus primeras versiones al polaco datan de los años 60, cuando él ya había estado en Polonia, pero también hay traducciones de algunos cuentos, hechas al ruso en los 70.
“Pero sin duda, el mayor número de traducciones de las obras narrativas de Sergio Pitol empezó en la última década del siglo pasado, por ahí del 97 o 98, con la publicación de El arte de la fuga que fue un parteaguas y que se empezó a traducir muchísimo”, señala Mendoza Rosendo.
El coordinador de la colección Sergio Pitol Traductor de la casa editorial Universidad Veracruzana y director de la revista La Nave, afirma que en los últimos tres o cuatro año su obra ha sido llevada a idiomas “que uno podría decir que son más complicados y se invierte más tiempo en la traducción, pero han salido sorpresivamente rápido. Por ejemplo, en italiano ya está entre el 60 y el 70% de las obras totales de Pitol; también se ha traducido a francés, ruso, húngaro, polaco, y a idiomas orientales”.
Escritor del mundo
“Mi literatura está fundamentalmente tejida de recuerdos. No es una virtud: es una deformación. Mi proceso creativo está muy ligado a la atención que le presto a las evocaciones. Busco el pasado y lo alimento”, señaló en una ocasión Pitol. También ha dicho: “El primer párrafo viene como resultado de una herida emocional”.
Alejandro Hermosilla, filólogo español y profesor en la Universidad de Murcia recuerda que su acercamiento a la literatura de Pitol fue al terminar su tesis doctoral sobre Ernesto Sábato; deseaba venir a México y para obtener una beca debía redactar un proyecto sobre algún escritor, entonces cayó en sus manos El mago de Viena, lo leyó y al poco tiempo se topó con Nostromo de Joseph Conrad traducido por Pitol. “Mi acercamiento a su literatura fue gradual y progresivo. No la leí de golpe. De hecho, no terminé de leer su obra completa hasta consultar la de decenas de otros escritores mexicanos”.
En entrevista con EL UNIVERSAL, vía correo electrónico, Hermosilla Sánchez asegura que lo que más le gusta de la obra del escritor mexicano es que está pensada al milímetro y que es muy meditada. “Es capaz de conjugar influencias muy diferentes sin desequilibrio. Su complejidad extrema, en ciertos momentos, hace que cuando conseguimos tener el mapa entero de lectura de sus libros, la satisfacción sea alta. Es un escritor muy sutil que deja muchos puntos vacíos en lo que escribe, que hemos de llenar creativamente”.
El estudioso español que ha escrito varios ensayos acerca de Pitol, dice que las referencias que maneja son de primer orden y tan abundantes que agranda inevitablemente nuestro conocimiento literario. “Decenas de veces he tenido que interrumpir la lectura de uno de sus libros para comenzar muchos otros que cita y no conocía, o no había disfrutado hasta entonces. El arte de la fuga y El viaje son libros prodigiosos de naturaleza casi alquímica”.
La geografía literaria de Pitol es muy amplia, lo sabe su amigo Rodolfo Mendoza: “El arte de la fuga fue un parteaguas no sólo para la literatura de Pitol, ni solamente para la mexicana, sino para la lengua española, un libro donde se reúne una convergencia de géneros, donde uno lee un ensayo y una narración, pero al mismo tiempo lee una suerte de memoria de vida y memoria intelectual… hay un pel ensayista que viene a cubrir esos pequeños huecos que habían quedado”. De ahí que sugiere adentrarse a esa faceta de Pitol, leer sus ensayos sobre Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Jorge Ibargüengoitia o Carlos Monsiváis, y sus ensayos sobre Conrad, Henry James, Antón Chéjov.
Retos para sus traductores
Hace un par de semanas Pitol recibió un libro de él traducido al hebreo y en los últimos años se han visto sus traducciones al chino, japonés, coreano, vietnamita y árabe. Se le ha traducido a cerca de 30 idiomas. Gustavo Guerrero, su editor en Francia, le contó a Mendoza que cuando publicó Domar a la divina garza Pitol hizo cambios, movió capítulos, quitó algunos, escribió varios especialmente para la edición francesa.
Alejandro Hermosilla afirma que Pitol posee un estilo muy preciso, riguroso y bastante complejo, con muchas elipsis tanto temáticas como formales que obligan a ser lo más puntilloso posible traduciéndolo. “Tiene una forma muy peculiar de construir las frases que obliga a simbiotizarse con él si se quiere establecer un diálogo fecundo con su obra. Ese orden extremo ayuda mucho al traductor, pues es prácticamente imposible encontrar una errata o pequeño error en sus libros”.
Hace dos años, Anna Tkácová tradujo El arte de la fuga al checo, hacerlo no fue cosa fácil, incluso el título: fuga tiene varios significados en español, pero no en checo.
“Tuve muchos problemas, en lenguas romances, la palabra fuga contiene como tres aspectos, pero al traducirlo es muy difícil y los tres aspectos están planteados en el libro. Primero fuga como género musical; fuga como huida física del propio autor desde México, él buscaba un escape, huir de la situación política; y fuga como escape del mundo real al mundo de fantasía, arte, belleza hecha por las manos humanas”.
Pitol es políglota, amante de la literatura, lector y traductor consumado, Premio Cervantes 2005, Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 1999 y Premio Nacional de Ciencias y Artes 1993, está de fiesta. Alejandro Hermosilla lo felicita y Mendoza Rosendo le ha escrito una larga carta de casi cuatro cuartillas: “Regalarle un libro no es buena idea, tiene una biblioteca enorme y envidiable, pero a sugerencia de mi mujer uno de los regalos que le voy a hacer es una carta, nunca le he escrito a Sergio porque lo veo todos los días”. Así, Pitol, el viajero, está de fiesta. Felices 80, maestro.

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