sábado, 26 de enero de 2013

ARTE ¿Y BASURA? FABRE Y PAPASQUIARO

26/Enero/2013
Laberinto
Heriberto Yépez

A nadie debe molestar que Almadía sea una de las mejores editoriales mexicanas actuales (quizá la mejor); Luis Felipe Fabre, un poeta notable y Arte y basura de Mario Santiago Papasquiaro —editado por él— a la vez un buen libro de Papasquiaro y un libro sangrón de Fabre.

Recoge poesía inédita de Papasquiaro, uno de los poetas infrarrealistas —aún despreciados— desenterrados porque Bolaño los novelizó, lo que muestra que crítica y academia mexicanista fallan demasiado. Un ismo pasó de noche.

Lo interesante del libro es que puso a un discípulo de los Contemporáneos a editar póstumos de un fanático de los Estridentistas.

Desgraciadamente, a obra desconocida de Papasquiaro, Fabre —cuya eufonía cultiva la tradición nacional— añadió un prólogo arrogante.

Fabre, en lugar de abrirse a una poesía opuesta a la suya, cató desde su elegante estética una poesía contracultural.

En el prólogo, al menos cuatro veces declara que compila poesía y “basura”, que elogia ambivalentemente y, a final de cuentas, apachurra.

Sobre el infrarrealismo dice: “Resulta difícil definir en qué consistía... tal vez ni ellos mismos lo sabían con claridad”. Si leemos los documentos de la época, su (o)posición es clara. Pero Fabre decide fuchironizar.

Una y otra vez, reitera que “la obra de Mario Santiago permanece... en su calidad de borrador”, en cuyos textos “descuidados” —que le “sientan bien”— “el trigo no está separado de la paja... el hallazgo deslumbrante aparece rodeado de versos fallidos... arte y  basura”.

¿“Arte”? ¿“Basura”?

Repite que hay “autocomplacencia y repetición acrítica” en Papasquiaro, de quien determina que “nunca escribió un libro. Escribió sin parar poemas... O versos sin parar. Pero libros no... Su poesía será siempre incompleta”.

Al evaluar la marginación de Papasquiaro, Fabre condesciende, como si fuese mero personajazo: “El papel del outsider, del marginal, que Mario supo cumplir a cabalidad”. Caballeroso soslayo históricamente falso y que viniendo de un poeta protegido por la República de las Letras es soberbia.

Fabre coloca su poética —literalmente paceana— por encima de una poética que tiene otra visión; exquisitamente la redime y denigra, en un vaivén que deja a Papasquiaro mal parado, entrelíneas retratado como autor amateur, feral.

Y a Fabre como amigo parcial de la paja de los locos y amigo, sobre todo, del trigo canónico.

Al leer Aullido de Cisne o Jeta de Santo (¡editado en España!) de Papasquiaro, lo dicho por Fabre resulta el gusto de un refinado y autonombrado “curador” que usa su pulgar (des)aprobatorio con un poeta que no es una “invención” —como Fabre prestablece— sino un escritor que mezcló metro del DeFe y posmo-métrica, 1 contrapoeta en-chinga-punketa que suena “mal” a la tradición, afortunadamente.

Arte y Basura se divide en 2. La poesía mexicana y el infrarrealismo.

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