El Universal
Yanet Aguilar Sosa
La noche en que Mario Vargas Llosa recibió el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el idioma español, declaró que aunque muchos citan La ciudad y los perros como la primera novela del boom, era justo decir que ese papel pionero y anunciador del boom debería concederse a la primera novela de Carlos Fuentes: La región más transparente, publicada en 1958, cuatro años antes que la suya.
Y aunque muchos han intentado hallar ciertas verdades: ¿quién le llamó “boom latinoamericano” a la proyección que a partir de la década de los 60 tuvo en España un amplio grupo de escritores de América Latina?, ¿cuál fue realmente la primera novela del “boom latinoamericano”?, y ¿cuántos y cuáles son los escritores que integran ese grupo?, para ello no hay respuestas categóricas.
Ese 21 de noviembre, Vargas Llosa dio amplias razones para que la novela de Carlos Fuentes se considerara precursora de lo que él mismo llamó “movimiento, grupo o promoción de escritores”; dijo por ejemplo que “fue la primera novela latinoamericana que rompió el aislamiento en que hasta entonces nacían, vegetaban y vivían tantas novelas que, por falta de editoriales y la balcanización cultural de nuestro continente, sólo se ponían al alcance de mercados minúsculos”.
Juan José Armas Marcelo, director de la Cátedra Mario Vargas Llosa, señaló en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL que La ciudad y los perros es la primera novela del boom que se reconoce en Barcelona.
“Aunque Carlos Fuentes publica La región más transparente en 1958 y es posible que alguien haya visto algo que no se llamaba boom ni se llamaba nada, es hasta 1962 cuando Carlos Barral descubre La ciudad y los perros; por lo cual yo no podría marcar el inicio del boom, lo cierto es que Carlos Fuentes, Carmen Balcells, Emir Rodríguez Monegal y Carlos Barral fueron fundamentales en la edificación de esto”, apuntó el narrador.
Armas Marcelo afirmó que Carlos Fuentes tenía una seguridad profesional porque era muy mundano, que su espacio geográfico era el mundo y su mundo era la lengua. “No me atrevo a decir cuándo y cuál es la novela del boom”.
Para el crítico literario peruano Julio Ortega, la observación de Mario Vargas Llosa al recibir el Premio Internacional Carlos Fuentes demuestra que el boom tiene historia y que hoy en día se puede proponer la genealogía de manera más imparcial, libres (gracias también a la novela) de la enemistad de la política y la mediocridad de los valores impuestos por el mercado.
“Hay consenso de que la nueva narrativa hispanoamericana adquiere ciudadanía internacional cuando en 1961 Borges compartió el Premio Formentor con Beckett. Fuentes decía que el boom empezó cuando llamó a José Donoso, desde Nueva York, para decirle que una de sus novelas se iba a traducir al inglés. Pepe enmudeció y se escuchó boom. Tomó el teléfono Pilar y le dijo: Pepe se ha desmayado, ¿qué noticia le diste? Allí empezó el boom, decía Carlos, cuando Donoso no pudo creer que estaría en inglés”, relató Ortega.
Tal como señala Armas Marcelo, nadie se atreve a situar una novela como la primera del boom latinoamericano por la arbitrariedad que representa. El escritor colombiano Carlos Granés acepta que La región más trasparente tiene todos los elementos de las novelas del boom, pues es una novela urbana, experimental, compleja, ambiciosa y con una acusada deuda de autores anglosajones, especialmente de John Dos Passos.
“Sin duda es una novela del boom pero no fue la detonante del movimiento. La razón es sencilla: el boom fue un estallido editorial español, y la novela que causó furor en España, que ganó los más importantes premios del momento y deslumbró a Carlos Barral, el editor por excelencia del boom, fue La ciudad y los perros. Soy consciente de que esta selección también es arbitraria, y en realidad creo que después de 50 años ya poco importa cuál fue la primera novela. Lo importante y milagroso es que en pocos años se hubieran escrito obras maestras como Aura, La muerte de Artemio Cruz, La Casa verde, Paradiso, Cien años de soledad y tantas más”, comentó el colombiano Carlos Granés, en entrevista desde España.
El novelista Fernando Savater comparte la opinión: “Hay novelas anteriores de las que nos enteramos después, pero La ciudad y los perros fue la irrupción en España de un autor, un estilo, etcétera, dentro del ámbito de los lectores españoles sí que podemos considerarla como la primera”.
A 50 años de la detonación
Hace unas semanas la Cátedra Mario Vargas Llosa celebró los 50 años de La ciudad y los perros y del “boom latinoamericano”, para lo cual reunió a 43 escritores de todos los países de habla hispana. Allí se habló de los escritores del “boom”: Vargas Llosa, Fuentes, Cortázar, García Márquez; pero también de otros que no están y merecen un lugar: José Donoso, Jorge Edwards “al que se le otorgó, con absoluta justicia, una silla en la mesa del boom”, Julio Ramón Ribeyro, José Lezama Lima, Guillermo Cabrera Infante, Adolfo Bioy Casares, José Balza, Jorge Ibargüengoitia y R. H. Moreno Durán.
No es fácil hablar de los escritores del boom, como tampoco lo es hablar de los maestros de esa nueva novela, porque al tiempo muchos les buscan un lugar en el boom, ahí están Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, José Lezama Lima y desde luego Juan Carlos Onetti y Jorge Luis Borges.
Además de los maestros extranjeros: William Faulkner, John Dos Passos, Virginia Wolf, James Joyce, Ernest Hemingway, Franz Kafka.
Carlos Granés, quien además es asistente de la dirección de la Cátedra Vargas Llosa recuperó una escena famosa en la biografía de García Márquez: “Álvaro Mutis llega a su apartamento en México y le arroja dos libros sobre la mesa. ‘Lea esa vaina, carajo, para que aprenda, y no joda’, le dice. Los libros eran Pedro Páramo y El llano en llamas. Y en efecto, García Márquez aprendió muchísimo leyendo a Rulfo”.
A 50 años de distancia de esa detonación, Julio Ortega afirmó que “nuestra nueva ciudadanía, la de latinoamericanos, hijos de la imprenta y la escritura, nos la da la nueva novela hispanoamericana. Antes, la buscamos en lo indígena, en lo mestizo, en la revolución, y algunos, que no pusieron a prueba su competencia, en el Estado y sus favores. De allí la demanda de libertad de estas grandes novelas. Nos forjaron como lectores capaces de reconocer nuestra mutua humanidad”.
Para el escritor Carlos Granés, la literatura latinoamericana después del boom perdió todos los complejos de inferioridad, se abrió al mundo, se arriesgó, se volvió cosmopolita, bebió de todas las tradiciones y se otorgó el derecho hablar de lo que se le antojara. “La influencia que tuvo la nueva narrativa latinoamericana fue crucial. Fue un vendaval que oxigenó la literatura en español, y que abrió mil caminos nuevos para la experimentación y creación literaria de los escritores españoles”.
Juancho Armas Marcelo es más íntimo en su conclusión sobre lo qué significó el boom, dijo que uno de los encuentros “es la unión, el compañerismo, independientemente de los textos había una unión profunda, un deseo de ayudarse los unos a los otros”. Y en eso fue Carlos Fuentes fue maestro.
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