17/Febrero/2012
Reforma
Silvia Isabel Gámez
A Valle-Inclán se le acusaba de copiar a Baudelaire y Verlaine tanto como a D'Annunzio y Merimée, Pablo Neruda siempre aseguró que su apropiación de un poema de Tagore era en realidad un homenaje, y Manuel Vázquez Montalbán tuvo que retirar del mercado una traducción de Julio César de Shakespeare cuando se comprobó que 992 versos coincidían con una versión anterior de Ángel Luis Pujante.
"Las acusaciones de plagio nunca son neutras. Suelen responder a intereses inmediatos: competencia entre autores, discrepancia política, prejuicios sociales...", sostiene el filólogo español Kevin Perromat. Y agrega: "A nadie le interesa el plagio cometido por un autor mediocre, sólo si es una celebridad o acaba de ganar un premio literario".
El investigador de la Université de Picardie-Jules Verne, quien obtuvo el doctorado en la Sorbona con una tesis donde documenta la historia del plagio en la literatura hispánica, advierte sobre la "hueca" definición del concepto que ofrece la Real Academia Española: Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias.
"Nadie ha logrado definir de forma satisfactoria lo que es 'sustancial' en literatura. ¿Son los personajes? ¿El argumento? ¿El estilo? Los escritores siempre se han apropiado de estos elementos sin que quepa hablar de plagio. Otro asunto diferente es la ley, pero se ocupa de la moralidad de los actos, no de su calidad estética".
Perromat considera necesario desterrar de la literatura el concepto de plagio y limitarlo a la investigación científica y académica, y al periodismo esencialmente informativo. En términos jurídicos, agrega, reproducir íntegramente otro texto equivale a piratería editorial.
"Desde un punto de vista literario, el plagio no existe. Autores como Borges, Bajtin, Kristeva y Gérard Genette, los más representativos e influyentes de la Teoría y Crítica Literaria modernas, consideran que todos los textos son 'intertextos'. En otras palabras: cada obra es resultado de múltiples capas textuales, referencias, alusiones...".
El académico coincide con la canadiense Marilyn Randall: "El plagio depende de la mirada que lo construye". En su investigación plantea que todo plagio es, por definición, ambiguo --debe no parecerlo-- y polémico --sólo existe cuando alguien lo descubre y lo rechaza.
Actualmente existen maestrías y posgrados en detección de plagios, la llamada "lingüística forense", lo que califica de aberración. "Proclamarse experto en literatura contemporánea (esencialmente intertextual) y como perito capaz de determinar qué apropiaciones son estéticamente aceptables supone, a mi entender, una estafa intelectual".
El plagio se cumple cuando existe dolo, una intención de engañar. Y eso un juez debe dictaminarlo, no los críticos, considera el creador de elplagio.com. "Pondré un ejemplo: un experto en venenos no es quien debe dictaminar si se ha cometido un asesinato".
Las polémicas literarias son tan antiguas como las firmas de los autores. Queda demostrado en su investigación, y también que el prestigio de un escritor suele ser proporcional a la indulgencia con que se juzgan sus apropiaciones literarias, ya sea la inserción de personajes, versos, marcos narrativos o fragmentos de otros escritores, la imitación de un estilo, o el plagio.
"Según la Teoría Literaria moderna, a un texto al que se le cambiara aunque fuera una mínima parte se convertiría en otro texto. Es la paradoja del Pierre Menard borgeano, que se propone reescribir al pie de la letra el Quijote. Sólo el cambio de firma, sostiene Borges, es suficiente para dotar a la nueva obra de una dimensión insospechada".
Desde Aristóteles hasta San Ignacio de Loyola, Homero, Maquiavelo, Sófocles y Virgilio, han sido acusados de plagio.
"La verdadera pregunta es: ¿quién debe decidir lo que es 'buena' o 'mala' literatura? Yo creo que los lectores en general. Los críticos o intelectuales son tan poco (fiables) como el público de a pie. En su día, (el Nobel) Miguel Ángel Asturias acusó a García Márquez de plagio: ¿era mejor juez que cualquier otro?".
De Gabo a Saramago
Varios Premios Nobel de Literatura han sido acusados de plagio:
--El Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias acusó en 1967 a Gabriel García Márquez de haber copiado un personaje de Balzac en La búsqueda del absoluto para crear a Aureliano Buendía en Cien años de soledad. El Nobel colombiano dijo no haber leído el libro.
--En 1995, María del Carmen Formoso aseguró que La Cruz de San Andrés, del Nobel Camilo José Cela, era un plagio de su novela Carmen, Carmela, Carmiña. El juez dictaminó que había coincidencias temáticas y argumentales, pero si hubo imitación, había sido superada por la calidad artística del Nobel.
--El periodista mexicano Teófilo Huerta denunció en 2006 que Las intermitencias de la muerte, del Nobel José Saramago, era un plagio de su cuento ¡Últimas noticias! Sostenía que Sealtiel Alatriste lo había entregado a Saramago cuando era editor de Alfaguara.
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