sábado, 28 de enero de 2012

Neoliberalismo eres tú

28/Enero/2012
Laberinto
Heriberto Yépez

La fábrica del lenguaje, S.A. (Anagrama, 2011) de Pablo Raphael está bien escrito y mal pensado. Public Relations & Auto-Spoiler.

La fábrica… es un ensayo tripartita sobre la relación entre neoliberalismo y denial literario (a ser una generación o una literatura ética) que abre con una sátira —mediante falacias ad hominem— sobre las contradicciones que atribuye a otros intelectuales.

Habla de nadie o del otro que caricaturiza —El Escritor Neoliberal— para erguirse autoridad y hacer reír al lector.

Prosa de zapping peterpánico que pasa de una cosa a otra vía máximas irónicas atrapadas en descalificar todo excepto su capacidad de descalificar todo.

Libro apresurado e incongruente. Ping pong de slogans intercambiables y absolutistas (pero con Buena Intención).

“Lo de hoy es el pensamiento rápido”, dice. Pero a su libro no le sobra un tuit, es filosofía-facebook y párrafos-pasarela. No tiene temas: tiene invitados. Es un libro de 302 páginas sin argumentación. Pero mucho name-dropping.

Se asume liberal pero no da más alternativa que Regresar al Centro: después de tantos posts el Silencio de Sicilia es mi Post-Scriptum.

Por ejemplo, P. Raphael dice que las periferias reclaman su espacio porque son neoliberales, como la movilización on-line (pp. 23-24), ejecutada por el Pentágono (p. 93), lo cual no evita subir a YouTube su booktrailer.

O lanza clichés sobre escritoras y lectoras (pp. 16-20 y 121); señala como “sustitutos de sentido” y “sectas” desde Séneca hasta el zen (p. 149), ¿por qué? Porque Pablo Raphael lo determina, como determina que “Todo aquello que en su portada contenga las palabras ‘Tijuana’… o ‘norte’ está sustentado en un estudio de mercado”.

¿De verdad cree todo eso? No importa: lo puede decir y será palmeado.

Su fábrica del lenguaje (prefabricado) es una agencia publicitaria para un lector con déficit de atención.

Libro inverosímil e inexplicable. Con prosa del Internet 2004 y secretamente conservador, ideal para un lector chic-reaccionario.

Y penoso que diga “Lo verdaderamente interesante que se produce en el ámbito de lo fantástico mexicano” es una lista de “autores relevantes… en cuya compañía tengo el gusto de aparecer con cierta frecuencia” (p. 214).

Como su título indica, es literatura marketing que se niega a ver a sí misma, e hincha el pecho demócrata pero tose prejuicios y autoritarismo.

Todo lo considera indigno, menos a él —el escritor anti-neo-liberal— y hace un libro que posee las características que denuncia.

Si fuese coherente perdería 150 páginas de axiomas pero sería una divertida autocrítica de un escritor mexicano-global muy interesado en lo literario inmediato.

Pero La fábrica del lenguaje, S.A. no es ese libro. Y terminó creyendo su propio discurso: “Todos somos neoliberales” son los otros.


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