sábado, 28 de enero de 2012

“México es una potencia cultural”

28/Enero/2012
Laberinto
Adriana Malvido

A Consuelo Sáizar sólo le falta el casco. Desde un andamio observa la obra, toma fotos, tuitea, habla con arquitectos, con restauradores, funcionarios y asistentes que la siguen. Hay más de 450 trabajadores a todo vapor en la que será la Ciudad de los Libros, en un espacio de tres hectáreas en la antigua Ciudadela, nueva casa de cinco bibliotecas personales, del fondo de la Biblioteca México y del Fondo Reservado, que prometen ser el vínculo de la memoria con el futuro y quizás “una de las primeras hazañas culturales del siglo XXI”, según le dijo Carlos Monsiváis a esta mujer que lo cita emocionada.

Dentro de ese universo de polvo, planos, libreros, vértigo y promesa, donde la luz natural ya se filtra para mostrar un nuevo rostro del monumento, sus patios y pasillos, donde arquitectos y artistas contemporáneos cubren con nuevo ropaje estético y tecnológico la cultura de los libros que habitan los acervos de Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis, la Biblioteca de José Luis Martínez, ya terminada, resulta un oasis de serenidad para la entrevista con la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que finalmente se sienta, armada con su Ipad, sus carpetas y todo un equipo de funcionarios, listos para asistirla con el dato preciso en el instante que se requiera.

“Es un privilegio presidir esta institución”, expresa. Y a la pregunta obligada sobre si tomará el lugar de Alonso Lujambio en la Secretaría de Educación Pública, responde tajante: “No está en mi horizonte. Ve mi emoción y mi compromiso con todo esto”. ¿Y si te nombran?, le insisto y reitera: “No está en mi horizonte, yo estoy muy contenta y comprometida con Conaculta”.

Y es que se encuentra en medio de grandes proyectos de infraestructura en camino como la Ciudad de los Libros —a la que se conectará el Centro de la Imagen que también será restaurado—, la nueva Cineteca Nacional, la modernización de los Estudios Churubusco y el remozamiento del Centro Nacional de las Artes que, aclara, no son obras aisladas sino parte del Proyecto Cultural del siglo XXI que empezó a diseñar en 2009 cuando llegó a Conaculta.

—Recientemente dijiste en entrevista que tus antecesores te dejaron “la vara muy alta”. ¿En verdad piensas así respecto a las gestiones de Sari Bermúdez y Sergio Vela?

—Hagamos un recuento: Víctor Flores Olea funda Conaculta, crea el Fonca, acompaña a Octavio Paz a recibir el Nobel, organiza la exposición “México: 30 siglos de esplendor”, realiza el Encuentro de Invierno —y desde entonces nos quedamos sin una reflexión desde el Estado, una reflexión pública y colectiva—, también inicia el Auditorio Nacional.

“Rafael Tovar funda el Canal 22, el Centro de la Imagen, el Sistema Nacional de Creadores y la joya de la corona de su gestión que es el Centro Nacional de las Artes. Con Sari Bermúdez surgen los estímulos para el cine, los centros estatales de las artes. Inicia una valoración y una memoria de la gestión cultural con su encuesta; da el primer impulso electrónico a la cultura cuando gestiona la donación de equipos para bibliotecas por parte de la Fundación Gates. Y levanta la Biblioteca Vasconcelos, tan vilipendiada aquí y tan reconocida fuera del país. Con Sergio Vela inician los grandes presupuestos, se inaugura la Fonoteca, se adquiere la Biblioteca José Luis Martínez y revive la Compañía Nacional de Teatro. Yo estoy convencida que en este país se escenifica lo mejor del teatro en español en el mundo y si bien es un esfuerzo colectivo, la CNT es la gran protagonista. No hablo por cortesía, sino porque dejaron una gran huella a continuar.

—¿Qué personaje te inspira?

—En México hemos tenido grandes gestores culturales. Por supuesto, José Vasconcelos, creador de varias de las grandes hazañas culturales del siglo XX mexicano; Jaime García Terrés; José Luis Martínez; Juan José Bremer, Víctor Sandoval, Flores Olea; hombres forjados por la pasión por la cultura y el amor a México.

—Quieres darle un acento de género a tu gestión.

—Hemos caminado mucho, pero hay muchas cosas más por avanzar. Cuando llegué al Fondo de Cultura Económica me di cuenta de que ninguna de las librerías tenía nombre de mujer, que había muchas escritoras importantes fuera del catálogo, o que no se reflexionaba suficientemente sobre nuestra actividad intelectual. Ya en pleno siglo XXI seguimos conociendo mujeres que estrenan puesto como secretarias de Estado, presidentas municipales… Fui la primera mujer en dirigir el FCE en 75 años y hace poco conocí a la rectora de la Universidad Nicolaíta, que ha sido la primera mujer en 400 años con ese cargo. Así que no es que me dedique a eso, pero sí le pongo especial atención. No excluyo lo otro, pero incluyo a esta gente.

—¿Trabajar dentro de un gobierno panista marca tu proyecto de alguna manera?

—Este siglo se ha distinguido por una gestión de enorme apertura y de gran interés en la cultura. Basta ver el presupuesto. Pasamos de 6 mil millones en 2006 a 15 mil 662 millones en 2012, prácticamente se triplicó. Ve los proyectos y los resultados. Y cuando planteamos el Proyecto Cultural del siglo XXI, fue, digamos, la consecución natural que inició en el 2001.

—¿Entonces no te marca? ¿Sería el mismo proyecto con un gobierno priísta o perredista?

—Digamos que hay enorme libertad y un gran apoyo.

Consuelo se entusiasma, saca carpetas, gráficas, para abundar sobre su proyecto. “Estamos con un pie en el pasado y otro en el futuro, la idea es vincularlos, preservar la memoria y el patrimonio cultural para las futuras generaciones y difundirlos. Por eso me propuse los cerebros electrónicos, la digitalización de la palabra, la imagen y el sonido. Se están digitalizando todos los libros de estas bibliotecas para el acceso del público y para poner en línea aquellos libres de derechos. La Fonoteca es ya líder en América Latina para la preservación sonora, y la imagen, películas, fotografías, mapas y videos están en proceso.

Pero se dio cuenta, advierte, de que al ciudadano no le es suficiente el intangible. Necesita de espacios públicos, tener la cultura a la mano; entonces emprendió los cinco proyectos fundamentales: La Ciudad de los Libros, la construcción de una nueva experiencia para la Cineteca (que abarca no sólo su remodelación sino la idea de expandirla a nivel nacional —Tijuana, Oaxaca, Hermosillo…— para que su programación llegue al mayor número posible de mexicanos), la remodelación y modernización de los Estudios Churubusco, la creación de una escuela de guión y de la licenciatura en Cinematografía y el proyecto para el Centro de las Artes.

“Tenemos infraestructura, tecnología y memoria. Es el proyecto: la plataforma intelectual del español, la vinculación con la sociedad y la decisión de futuro (del brick al click), y está basado en el talento de los creadores, la fortaleza de las instituciones y la participación de la sociedad”.

Desde que Sáizar asumió la presidencia de Conaculta, una de sus prioridades fue darle una personalidad jurídica propia a la institución, creada por decreto en el gobierno de Salinas de Gortari. La Cámara de Diputados planteó una Ley de Cultura y el Conaculta hizo su propia propuesta, “que ha ido y venido y sigue revisándose”.

—¿Qué consecuencias tiene esta indefinición jurídica?

—Estoy convencida de que es necesario reformar la figura estatutaria de Conaculta, darle personalidad jurídica, por varias razones, y una de ellas es que coordina instituciones que tienen mayor valor en la administración pública que el propio decreto que le dio origen. Ahora bien, tanto el INBA, como el INAH y el IMCINE, son tres institutos que gozan de una gran libertad y yo me asumo como coordinadora del sector, donde establecemos líneas estratégicas a seguir. Así que no hay consecuencias, porque más allá de la ley hay muchísimas acciones, un proyecto claro, resultados tangibles, una vitalidad enorme tanto en la sociedad como en la gestión, y una comunidad siempre atenta a trabajar. Las leyes no siempre son necesarias.

Uno por uno se le mencionan episodios críticos en la historia reciente que reflejan la falta de claridad en las responsabilidades. Consuelo Sáizar accede a responder caso por caso.

—El caso de la colección Gelman. ¿Por qué el silencio del Estado frente a tan importante colección, hoy escondida y en riesgo de perderse?

—No hay silencio. Nuestra postura, por supuesto, es obtenerla, hacer una buena oferta y hubo un acercamiento. Pero no hay claridad sobre quiénes son los sucesores testamentarios y para llegar a un acuerdo tiene que haber una figura jurídica plenamente acreditada.

—La cuestionada rehabilitación de la sala principal del Palacio de Bellas Artes.

—Injustas las críticas. Fue una remodelación afortunada y el mérito es de Teresa Vicencio, que hizo la obra, sin haber tomado ella la decisión, prácticamente en tiempo y en presupuesto. Cuando vino Jessye Norman y cantó sin micrófono le pregunte sobre la acústica. “It’s wonderful, it sounds magic”, me dijo. Mira, yo estuve en Barcelona cuando se quemó el teatro. Aquí estábamos a punto de una catástrofe que se evitó y la sala tiene viabilidad para los próximos 50 años.

—Se percibió una ausencia de Conaculta en los festejos del Bicentenario y el Centenario en 2010.

—Nosotros prácticamente llevamos el contenido. El programa más importante fue “Discutamos México”, una reflexión que convocó a lo mejor del pensamiento del país y estuvimos muy presentes. La SEP era cabeza del sector, pero contribuimos con exposiciones, películas, con muchos eventos.

—¿Y con la Estela de Luz que hará Conaculta?

—Nosotros no tuvimos participación alguna, recibimos una obra terminada y a partir de ahí, dado que es un espacio público, Conaculta puede hacer lo que mejor sabe hacer: animación cultural. Proponemos una sucursal de la Cineteca que funcione 24 horas al día. También hay un espacio importante para exposiciones y, dado que la escalinata es como un escenario natural en donde la gente se sienta a ver el espectáculo lumínico cada tarde, creo que la Estela de Luz puede ser, además de un símbolo, un escenario y, en consonancia con el siglo XXI, totalmente interactivo.

Para Sáizar, la Estela “fue un ejercicio democrático muy importante. El sitio lo aportó el gobierno del DF y la construcción el gobierno federal, con la participación de un jurado compuesto por expertos y conocedores de ambas instancias que decidió por unanimidad”.

—¿A ti te gusta el resultado?

—Estéticamente me gusta muchísimo y técnicamente me parece un gran desafío.

Sáizar se asume como servidora pública. Trabaja 20 horas diarias. Asegura que responde a todas las llamadas y a todos los correos, que su norma es: “asunto que llega a mi escritorio debe ser resuelto”. Asiste a exposiciones, conciertos, presentaciones de libros. “Intento estar en todo, eso lo heredé de Monsiváis”, bromea.

Asegura que tiene una relación cercana y respetuosa con los creadores e intelectuales, que apoya y trabaja de cerca con María Rojo para lograr una ley que dé seguridad social a la comunidad creativa a la que le ve “muchas posibilidades”, igual que a la iniciativa para reformar la Ley Federal de Cinematografía para garantizar más tiempo en pantalla para el cine mexicano. “Estamos atentos en apoyarla y, en su momento, a instrumentarla, si es que nos corresponde a nosotros”.

Según informa Sáizar, la producción de largometrajes con apoyo del Estado en este sexenio aumentó de 132 en el anterior a 415 en el actual. La inversión creció de 533 millones a casi 4 mil millones de pesos y se generaron ingresos por 4 mil 226 millones de pesos.

—Se producen muchas películas pero no hay dónde verlas.

—Se ve muchísimo cine mexicano. La asistencia ha aumentado de 38 millones a 57 millones del 2001 al 2012.

La reforma al artículo 4º constitucional para garantizar el acceso a la cultura de todos los mexicanos contrasta con la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales que reveló poco acceso o interés social por los espacios tradicionales como museos, cines, teatros, zonas arqueológicas y bibliotecas.

Sáizar discrepa en torno a esa lectura. “El problema es que sólo se totaliza el resultado pero no se hace un análisis”. Y advierte una relación directa entre infraestructura y consumo: “La gente va poco a museos donde no hay museos y no lee donde no hay bibliotecas o librerías. En un país de grandes desigualdades, todavía hay mucho por hacer en este sentido. Yo intenté poner al día la encuesta que se hizo en la gestión de Sari Bermúdez, me parecía un crimen que al cierre del siglo XX no la tuviéramos. Entonces, tanto la encuesta como el Atlas de Infraestructura Cultural, que no pueden verse por separado, nos dieron un mapa y un proyecto de futuro para ver en dónde necesitamos invertir según la vocación cultural de cada estado, tanto en infraestructura como en digitalización de contenidos. Y fue a partir de ese mapa que, en gran parte, se diseñó el presupuesto del 2011 y el 2012”.

Consuelo Sáizar tiene una certeza: “México es una potencia cultural mundial”. Ennumera: “Tenemos la feria del libro más importante en habla hispana, la FIL de Guadalajara, que es también la número dos en el mundo; tenemos el Auditorio Nacional, que es el número uno en ingresos, asistencia y eventos a nivel mundial; tenemos el Festival Internacional Cervantino, que es uno de los tres más importantes del mundo; la Cineteca Nacional es la número uno en asistencia; el Museo de Antropología está entre los diez mejores, y los festivales de cine de Morelia y Guadalajara están entre los primeros veinte”.

La creación de públicos, advierte, es fundamental. Pareciera, abunda, que en el siglo XX la administración sólo se hacía en relación con los creadores, que no hubo una vinculación de la cultura con la sociedad. “Por eso creamos las verbenas culturales, por eso estamos tomando el espacio público, por eso los reality shows que hicimos de ópera prima y ópera en movimiento. Porque justamente hay que mostrarle a la gente que todos podemos ser seducidos por la ópera, por el ballet, y que no son espectáculos de elite. Esa, segura, es nuestra política cultural de Estado”.

—En el entorno de violencia, miedo e inseguridad que vive México, ¿qué aporta Conaculta para restituir el tejido social?

—A la cultura nada le es ajeno y la cultura no debe ser ajena a nada.

Y habla del rescate de espacios públicos, de programas, sobre todo para niños, de libros, lectura, cine ambulante, música y cuenta cuentos. “La gestión cultural tiene que estar en todo. Y estamos en todo”. La función de Conaculta, resume, “es, básicamente, preservar, difundir, educar”.

—Pero hace años que el sector educativo y el cultural están desligados y no hay una educación artística en las escuelas.

—Ese es uno de nuestros grandes pendientes, es cierto.

Otro de los grandes pendientes que reconoce es, dentro del Conaculta, un proyecto a nivel internacional. “Ha sido una omisión histórica terrible que me llamó la atención desde que llegué y un pendiente con el que me voy a ir. Tenemos que aprender de España el uso de la promoción cultural con base en el idioma. Establecimos como prioridad volver a México la plataforma intelectual del español y realizamos muchos congresos, como el Encuentro Internacional de la Experiencia Intelectual de las Mujeres, pero en realidad han sido acciones aisladas. Me parece que el gran reto es alinear a todas las instituciones que tienen vinculación con el exterior para establecer un proyecto con base en el idioma, que es el segundo con mayor potencia en el mundo, pero además tenemos de vecino al país en donde está creciendo más el número de hispanoparlantes”.

Con respecto al Encuentro Internacional de Mujeres y los gastos que generó el año pasado, Consuelo Sáizar no sólo asegura que fue “una difamación” sino que abunda en la idea de que la cultura “debe basarse en números pero no sólo se mide en números. El histórico congreso de Valencia, o aquel en el que coincidieron Arnaldo Orfila y Cosío Villegas, no se evalúan por su numeralia. La generación de diálogo y de ideas, la reflexión que provocan estos encuentros en jóvenes que van a poder aplicar lo aprendido muchos años y hasta décadas después, tiene una trascendencia en el tiempo que es fundamental. Mira el Premio Cervantes o los Príncipes de Asturias. Imagínate que reúnen ahí a los grandes pensadores y creadores de la historia. ¿Mides cuánto cuesta el pasaje? Un país se distingue por su pensamiento y su capacidad de diálogo y por eso estoy convencida de ese congreso totalmente inédito en donde las mujeres hablamos por primera vez desde la experiencia intelectual. Igual los premios van creando un linaje de diálogos y propuestas. Y ya salió la convocatoria para el Premio Rosario Castellanos”.

—¿Cuál fue tu postura cuando el gobierno desapareció la plaza de un embajador de México ante la Unesco?

—Lo lamenté mucho, pero la embajadora [Patricia] Espinosa me explicó las razones y entendí que era una alineación de procesos y que el embajador de México en Francia asumiría las funciones.

—Eso debilitó más la presencia de México en el mundo.

—Por lo que me dijo la canciller, no es así.

—¿Y tu postura con la cancelación del año de México en Francia?

—La decisión se tomó a partir de un desencuentro. Nuestra postura fue de apoyo total a la decisión.

—¿Qué huella de fondo quiere dejar Consuelo Sáizar?

—Haber conectado el pasado con el futuro. Haber diseñado el Proyecto Cultural del siglo XXI, dotar de enorme espacio público a los ciudadanos, darle viabilidad a los sueños de los creadores, hacernos conscientes para estar orgullosos de la enorme potencia cultural que es México, haber conseguido presupuestos históricos gracias al interés del presidente Calderón y de la sensibilidad de los legisladores, demostrar que se puede trabajar en un equipo unido con un mismo espíritu. Porque yo sueño pero ellos realizan. Lo que más me importa es que podamos preservar la memoria para las generaciones futuras.

Consuelo Sáizar se levanta y continúa el recorrido con su equipo por la que será la Ciudad de los Libros. Sin casco, pero con la frase de Monsiváis en la cabeza.

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