Laberinto
Allá por los primeros años de la década de 1960, mientras estábamos dedicados a la obra de Jorge Cuesta, Luis Mario Schneider y yo descubrimos —gracias a la pasión biblio-hemerográfica y a la generosidad del inolvidable Alí Chumacero— la existencia de algunos textos del malogrado escritor, incluidos en unos folletos hasta entonces desconocidos que contenían materiales valiosos sobre artes plásticas.
Los folletos aportaron no sólo textos de Cuesta para la publicación de Poemas y ensayos (UNAM, 1964) sino también de Villaurrutia y de José Gorostiza. Con el tiempo fui adquiriendo más números de esos folletos en las librerías de lance y en bazares. Habían sido publicados durante la década de 1930 por la Cervecería Cuauhtémoc y llevaron el nombre de Boletín Mensual Carta Blanca, una de las más notables estrategias publicitarias que se han visto en México y un muy apreciable medio de divulgación cultural.
El Boletín Mensual presentaba a un pintor —del cual se reproducía a color una de sus obras— cuya nota crítica era encomendada a un especialista: Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta, José Gorostiza, Manuel Toussaint, Luis Cardoza y Aragón, Guillermo Jiménez, Manuel Romero de Terreros, Agustín Aragón Leiva, Antonio Castro Leal, Enrique Fernández Ledesma, Samuel Ramos. Algunos pintores, como Roberto Montenegro, David Alfaro Siqueiros, Carlos Mérida y Carlos Orozco Romero también ejercieron esta tarea. De manera excepcional, a su paso por México, Antonin Artaud contribuyó con dos textos.
Durante cierto tiempo el Boletín Mensual Carta Blanca incluyó una sección titulada “Estampas del México Viejo”, a cargo de Salvador Novo. Recreaba escenas tomadas de los diarios, ofrecía datos curiosos y hechos notables sucedidos en la ciudad de México a finales del siglo XIX. No por llevar la mención al “oro pálido, exquisitamente espumoso” que resultaba ser el producto anunciado, estos textos dejaban de exhibir el estilo de Novo.
En vista de la cercanía que me proporcionaba el hecho de ser asistente de Novo, supe que en su faceta de publicista —téngase en cuenta que fue socio de la Agencia de Publicidad Augusto Elías— dirigió las campañas de promoción de los productos del Grupo Monterrey, entre cuyas empresas estaba la Cervecería Cuauhtémoc, fabricante de la cerveza Carta Blanca.
Xavier Villaurrutia le aconsejó a Novo que considerara la utilidad de lanzar una campaña que aportara conocimientos de una manera atractiva. Para ello propuso una serie de folletos que difundieran la obra de los creadores de la moderna pintura mexicana que ya ocupaban un sitio en el extranjero. El mensaje comercial llegaría de forma aceptable al público y, consecuentemente, la compañía embotelladora obtendría una imagen de respetabilidad y reconocimiento.
La propuesta de Villaurrutia no tomó a Novo por sorpresa, que sabía del interés que su amigo y colega tenía por el arte en general y, muy particularmente, por la nueva pintura mexicana. Novo sabía también que Villaurrutia había incitado a varios artistas plásticos a incursionar en el terreno de la escenografía, que promovió con entusiasmo la creación de una de las primeras galerías de arte privadas en México y organizó exposiciones de carácter individual y colectivo.
Los tycoons regiomontanos apoyaron la idea y un equipo de “creativos” se puso a trabajar de inmediato. En sus comienzos, el Boletín Mensual estuvo bajo la responsabilidad de los pintores Carlos Mérida y Carlos Orozco Romero. Villaurrutia intervino en la elección de los pintores y colaboró con frecuencia. Así pues, con el título Galería de pintores modernos mexicanos, en 1934 nació la campaña.
Ya en 1935 los editores señalaron que iniciaban su segundo año con una “nueva serie de nuestros suplementos culturales a colores […]. Ayer fueron nuestros artistas modernos, aún tan incomprendidos; hoy ofrecemos los de la esplendorosa época del siglo de oro de la pintura mexicana”, es decir, del periodo colonial.
En febrero de 1936, anunciaron: “Hemos tenido tan buena acogida que nos sentimos alentados para proseguir este esfuerzo. Con verdadero placer anunciamos a nuestros lectores que ya está en preparación una nueva serie de Suplementos Artísticos que llevará como título: Boletín Mensual Carta Blanca. El arte en México. La nueva colección se compondrá de 10 reproducciones perfectas (fotografía directa, a colores) de las más bellas obras que existen en nuestro país de los grandes pintores europeos de la época renacentista y posteriores”.
En marzo de 1937 dio comienzo la serie denominada El arte mexicano. Pintura moderna, que en abril de 1938 dio paso a Pintura mexicana de fines del siglo XIX y principios del XX. Sospecho que este esfuerzo de divulgación llegó a su fin en abril de 1939. Lo digo porque, a pesar de mis pesquisas, no he podido hallar un número posterior a esta fecha. El propio Novo no recordaba con precisión el dato a este respecto, cuando hablamos del asunto en 1967. Debo advertir, por lo demás, que se realizó una edición en inglés —un portafolios— de una selección de las notas críticas y de las obras de arte, muy probablemente concebida para servir de obsequio.
La nómina de críticos y artistas que participaron en el Boletín Mensual Carta Blanca fue en verdad extensa. Además de Novo, Villaurrutia, José Gorostiza y Jorge Cuesta, hay que destacar a otros integrantes de tan notable empresa: Bernardo Ortiz de Montellano, Jaime Torres Bodet (que escribió un texto durante uno de sus viajes de vacaciones diplomáticas), Carlos Pellicer, Samuel Ramos, Celestino Gorostiza, Octavio G. Barreda. Se demuestra así que la colaboración entre quienes integraron el grupo Contemporáneos fue más allá de 1932,—que marcó el cierre de la revista Examen, dirigida por Jorge Cuesta, luego de que no pudo hacer frente a una causa judicial—, como sostienen algunos historiadores. Y se demuestra asimismo que ese “archipiélago de soledades” convocó a muchos artistas que suelen olvidarse cuando nos referimos a los proyectos multidisciplinarios de Ulises y Contemporáneos —Rufino Tamayo, Agustín Lazo, Julio Castellanos, Carlos Orozco Romero, Manuel Rodríguez Lozano, Carlos González— y a varias mujeres entre las que descollaron Antonieta Rivas Mercado, María Luisa Cabrera, Isabela Corona y Clementina Otero.
En los años posteriores al impulso vasconcelista, las iniciativas culturales no encontraron un ambiente propicio para nacer y desarrollarse. En virtud de ello, debe señalarse la circunstancia de que el Boletín Mensual fue una acción patrocinada por una empresa privada que erogó importantes sumas de dinero en aras de la alta calidad de los materiales críticos, el diseño gráfico y la impresión a color. Igualmente notable es el hecho de que se distribuía de manera gratuita en todo el país.
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