sábado, 3 de septiembre de 2011

La universidad no es para ti

3/Septiembre/2011
Laberinto
Heriberto Yépez

Mucha gente no cree que todo ser humano deba llegar a la educación superior. Hay quien incluso despotrica contra el derecho a la universidad.

Alegan, por ejemplo, que llegar a la universidad es un privilegio para quienes puedan pagarla o para quienes alcancen cierto puntaje en un examen.

Pero hacerle una prueba de admisión a alguien —de 18 años— para permitirle la profesionalización es tan ilógico como hacer una entrevista para dar ficha a la escuela primaria.

Muchos no lo ven así. Los gobiernos ya los amaestraron para justificar la exclusión.

En la realidad desprejuiciada, alguien puede entrar a la universidad incluso con un bajo nivel académico y en cuatro años de trabajo terminar con un nivel sobresaliente (tomando en cuenta estándares internacionales).

El acceso a la universidad, no obstante, está siendo bloqueado en el primer y tercer mundos.

Entre 1982 y el 2007, el costo de estudiar en una universidad se incrementó 439 por ciento en Estados Unidos.

En el 2008, el costo promedio de ir a un college público era de 14 mil dólares mientras que pertenecer a un privado, 35 mil dólares al año.

Paradoja: frecuentemente un estudiante se endeuda con una institución privada para poder estudiar en una universidad pública norteamericana. Además, el sistema de universidades públicas en Estados Unidos prácticamente está siendo desmantelado.

En Inglaterra, debido a reformas recientes, a partir del 2012 el 58 por ciento de las universidades cobrarán 9,000 libras (más de 180 mil pesos) ¡por un año de universidad!

Se calcula que en el 2027, los estudiantes deberán el equivalente a la cuarta parte de la deuda nacional de Inglaterra.

El futuro gris de los jóvenes ingleses es uno de los combustibles de las intensas protestas y disturbios callejeros de los últimos meses.

Si alguien quiere entender las actuales protestas estudiantiles en Chile hay un dato esclarecedor: el 25 por ciento del costo del sistema educativo es cubierto por el Estado, mientras que el 75 por ciento es sostenido por las familias de los estudiantes.

Esta situación se remonta a la dictadura de Pinochet.

Estudiar la universidad en Chile, Estados Unidos e Inglaterra (y otros países) significa, para muchos, endeudarse y, obviamente, excluir a las clases pobres.

Aunque el costo parecería menor en México, la universidad casi está prohibida para la mayoría. Menos del 20 por ciento de los jóvenes en edad de universidad, accede a una licenciatura.

Podría citar más cifras alarmantes. Baste un último —referente a la cultura que originó la idea de universidad hace más de dos milenios—: entre el 2010 y 2011 el presupuesto de las universidades en Grecia fue reducido a la mitad.

Estos datos son apenas la punta visible de una crisis brutal de Occidente. El próximo sábado explicaré cuál es la base oculta de este iceberg.

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