Laberinto
Hace dos sábados dije aquí que el billete en la mano del consumidor del narco es el billete en la mano del sicario. Vivian Abenshushan y Jorge Harmodio respondieron en el blog “Nuestra Aparente Rendición”. He aquí mi contrarréplica.
Citaré a William Burroughs, gurú de la droga.
“La heroína es el producto ideal… la mercancía perfecta. No hay necesidad de promoverla. El cliente se arrastrará por la cloaca y rogará comprar… El mercader de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora o simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente”.
Incluso paga empleados con droga. “Mentirías, engañarías, acusarías a tus amigos, robarías, harías cualquier cosa para satisfacer tu necesidad total” escribe Burroughs, en introito a Naked lunch. “Cuando ya no haya más adictos… no habrá tráfico. Mientras exista necesidad… alguien dará el servicio”.
Legal o ilegal, el narco es la industria más salvaje de todas. Nada le importa —ni siquiera conservar vivo al cliente— excepto la ganancia, y es el consumismo más desesperado. ¿El traficante? Aquel dispuesto a todo con tal de tener más. Mr. Capitalismo mismo.
La droga es el CAPITAL TOTAL.
Sin el consumo de drogas, el capitalismo ya se habría desplomado. Millones de seres sólo soportan la miseria espiritual y social del capitalismo gracias a las drogas. Y los gobiernos, ¿cómo financiarían sus guerras sucias sin tantos millones de usuarios?
La campaña pro-despenalización de la droga es un momento clave de la historia de la ¿resistencia? contra el orden mundial, uno de sus episodios más paradójicos.
Consecuencia directa de la ideología liberal —el derecho absoluto del individuo sin que importe el contexto social—, ¿en esto paró la contracultura y la izquierda? ¿En reclamar el derecho a CONSUMIR?
La oposición está dopada. Y quiere comprar droga en Starbucks.
(Debord, refútame: la droga es el espectáculo hecho fármaco).
Pedir que el sistema legalice la droga es rendir culto al capitalismo, que industrializó la droga para mantener sus guerras, policía, estructura familiar y división social. Mucho del trabajo capitalista, además, requiere droga para ser soportado.
Coca, cristal, crack, heroína, ice son el machismo y el nihilismo pulverizados para servir de dosis de ultracapitalismo instantáneo.
Familia, religión y economía engendran a los adictos que el narcotráfico alivia.
Hoy el consumidor pide al sistema le permita consumir legalmente su esclavitud.
Naked lunch (“almuerzo desnudo”) significa, precisamente, el “momento congelado cuando podemos ver lo que está en la punta del tenedor” (Kerouac-Burroughs), la cruda percepción de la mercancía que se busca beatificar.
¿Prohibir o despenalizar? No, tumbar la sociedad del autoengaño.
Ni Cristo ni Dubai ni Poesía ni Crack.
No + Paraísos Artificiales.
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