Laberinto
Heriberto Yépez dice en su soberbia novela A.B.U.R.T.O.:
“No me interesa relatar la verdad. Solamente me interesa
dejar claro que yo también pertenezco, como todos ustedes, al narcorrealismo.
Hoy, los libros en torno al narcotráfico bordan la frontera de la ficción y la realidad. Novela, ensayo, teatro o periodismo, el tema se ha impuesto en las lecturas de muchos mexicanos (las ventas son elocuentes). Obras que tienden el puente hacia una nueva literatura. Si bien se puede seguir escribiendo sobre la Revolución mexicana, las luchas independentistas, la conquista de México, o el 68, hoy lo que ha venido marcando la vida cotidiana es el narcotráfico.
No es gratuita la puntual información del narco en los medios de comunicación hasta provocar diferencias irracionales entre la prensa escrita, la radio, la televisión y el gobierno. (Aunque después de Wikileaks los medios tradicionales invariablemente tendrán que cambiar sus formas de investigar. Julian Assange es un caudillo que lucha mediante una revolución tecnológica.)
Leer libros sobre narcotráfico ayudaría a comprender el conflicto entre medios y Felipe Calderón. No todos. Enumero los mejores:
Los años en que no fuimos felices, de Alma Guillermoprieto; el primero que advierte cómo la historia de la impunidad cambia de un país a otro; cómo en el periodo del presidente Carlos Salinas de Gortari se acrecentó el problema del tráfico de drogas. La cronista es contundente en su investigación. No hay manera de decir que sea mentira. Y acaso, parece ficción todo lo escrito.
Contrabando, de Víctor Hugo Rascón Banda rastrea en su novela de múltiples voces cómo el narcotráfico penetró en un pueblo minero de la sierra Tarahumana, hace 20 años, y cómo cambió la vida de sus habitantes. (Ganador del Premio Juan Rulfo en los 90, el libro se publica apenas en 2008.) Antes, en 2004 aparecería el mejor libro de Jesús Blancornelas, amenazado por los narcos: El cártel: los Arellano Félix. La mafia más poderosa en la historia de América Latina. (Fue el periodista que inspiró a Soderbergh para realizar la película Traffic.)
Una obra de teatro que sin duda es extraordinaria por su calidad escritural es El asesino entre nosotros, de Mauricio Jiménez; inspirado en el libro de Sergio González Rodríguez, Huesos en el desierto, sobre las muertas de Juárez y sus implicaciones con el narcotráfico. Del propio Sergio González Rodríguez es imprescindible leer El hombre sin cabeza, más ensayo que crónica, pero de buen nivel literario.
Tres libros más, sin duda los más atractivos en el panorama periodístico: Los capos, de Ricardo Ravelo; Maquiavelo para narcos, de Tomás Borges, y Marca de sangre, de Héctor de Mauleón. El primero suma ocho años de investigación para desnudar las redes y rutas del narco y las drogas. Elsegundo es la clave para entender cómo operan los narcos y cómo se corrompe al gobierno. Y el tercero son crónicas que ordenan y ayudan a comprender los sucesos de los últimos 25 años con la delincuencia organizada.
Todos estos libros del narcotráfico son, a mi parecer, la mejor guía para que nadie se rasgue las vestiduras por andar enfrentando a periodistas contra periodistas. Lo mejor es leer los libros. Así nadie se llama a engaño.
Coda
Mención aparte merece la crónica que realizó para Letras Libres Magali Tercero —por la que ganó el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez este año—, “Culiacán, el lugar equivocado. Vida cotidiana y narcotráfico”.
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