Milenio
Monterrey- Con sus años dentro del medio, el poeta Eduardo Lizalde (Ciudad de México, 1939) sabe bien el por qué refiere a la poesía como “un camino extraño” por el cual algunos se atreven a transitar.
Pero su referencia hacia el camino “extraño” que hay que recorrer para autonombrarse como poeta no es ninguna abstracción: poco reconocimiento y vivir en la miseria son dos de las barreras que ve Eduardo Lizalde en el sendero del escritor.
El tigre, como se le conoce al poeta, se presentó la noche de ayer en la Sala Acristalada del Colegio Civil, en donde leyó una selección de su libro Todo poema está empezando (antología 1966-2007), que es editado por La Cabra ediciones y la UANL.
Momentos antes, Lizalde ofreció algunas palabras a los medios de comunicación en la Sala Zertuche del mismo recinto universitario, en donde habló de la creación poética, del mito de las becas como mecanismo para estimular la creación y de la seducción que produjo al mundo sesentero la idea de un socialismo impuesto por todo el mundo.
El poeta, un milagro viviente
“La poesía no es problema de edad, sino de talento”. Con esa frase, Lizalde echó por la borda cualquier excusa para no escribir. Sin becas, sin reconocimiento y sin la certeza de saber si dedicaría toda su vida a la escritura, Lizalde expresó que el camino del poeta no está trazado pero que existen algunas guías básicas que pueden ayudar a despejar la maleza que oculta el sendero.
Fue sincero y directo al señalar que ninguna beca formará a un escritor de culto, a no ser que se decida por convertirse en un escritor que copie las fórmulas ya establecidas por sus antepasados, es decir, que se haga literatura “libresca”.
“Un escritor real no se preocupa por las becas”, expresó a la primera pregunta, sin miramientos.
Después, prosiguió en el mismo marco: “Velarde no obtuvo ninguna beca, se podría decirse que murió en la vil miseria y fue reconocido hasta después su muerte… pero es un gran poeta”, afirmó.
Aludiendo a la conducta de algunos escritores y poetas que publican sólo y cuando existe un estímulo económico por adelantado –es decir, que buscan de la beca para producir– Lizalde lanza el siguiente epitafio: “los poetas no viven de becas, viven de milagro”, aseveró.
Por ello, mencionó una faceta común y generalizada en quienes se dedican a escribir eso que llaman poesía: “la poesía es una tarea marginal y extraña”.
Después de sus duras frases, el ganandor del premio Xavier Villaurrutia en 1970 ofreció algunos consejos para alcanzar “la gloria , que es un camino que nadie conoce”.
Para esto, recomendó la lectura por sobre todas las cosas. “Hay quien dice que leer mucho es peligroso, porque terminarás imitando a los demás, pero esto es un error”, afirmó.
Sistema de educación, malísimo
Para Lizalde, el bache de generaciones por la que atraviesa la enseñanza de la educación pública es una de sus preocupaciones. Más allá de los problemas del magisterio, Lizalde ahonda en la falta de la literatura dentro de las aulas de clase.
“Ahora sólo leen a los best sellers, como (Gabriel) García Márquez o (Mario)Vargas Llosa, pero desconocen a sus autores”, destacó.
Recordó que en alguna época, en las aulas de primaria y secundaria pública los maestros leían a los autores mexicanos en clase, con los alumnos pronunciando en voz alta y generando en ellos la “fascinación” por sus lecturas.
Sin embargo, acusó que hace falta una guía a los lectores jóvenes para que conozcan “que es lo que está detrás de William Shakespeare, porque sino sólo sabrán la historia de amor que hay, como si fuera una telenovela cualquiera”, expresó.
Por ello, Lizalde recomendó la lectura de los críticos de la literatura para encontrar cierta guía de comprensión en los textos. “A veces los críticos se equivocan, pero en conjunto logras tener de ellos ciertas referencias”.
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