sábado, 19 de junio de 2010

Otro fraude más en un premio literario

19/Junio/2010
Suplemento Laberinto
Heriberto Yépez

Colmo y colmillo cultural: el funcionario encargado de un concurso literario resultó el ganador.

Esto fue lo que sucedió con el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras/Border of Words 2010.

Según la convocatoria, las obras concursantes debían recibirse en el Centro Cultural Tijuana. El encargado de Gerencia de Literatura del Cecut era Fran Ilich. Él tomó el puesto durante el rechazo casi unánime de la comunidad literaria en Tijuana contra la designación de Virgilio Muñoz como el director del Cecut, señalado como traficante de personas por el Centro Binacional de Derechos Humanos.

Ilich inició su carrera precisamente en un periódico dirigido por Muñoz en los años noventa.

¿Cómo le hizo Ilich para poder concursar?

Renunció poco antes de que la convocatoria venciera. Sumó su obra al paquete que se envió al jurado: Yuri Herrera, Cristina Rivera Garza y Pablo Soler Frost, quienes, obvio, no tenían idea de que uno de los trabajos que evaluarían ¡era el del gerente saliente!

El resultado del premio fue la confirmación de la corrupción que impera en la política cultural fronteriza.

Lo único que faltaba: ¡autopremios binacionales!

Hasta ahora los organizadores —el Centro Cultural Tijuana, Conaculta-Tierra Adentro y la Secretaría de Relaciones Exteriores— no han revisado el lamentable caso.

Quizá se dirá que el funcionario concursó horas, días o semanas después de haber dejado el puesto y que de alguna manera eso nubla la cláusula en que se prohíbe concursar a personal de la institución; o que Ilich no era el gerente de literatura sino un contratista o hacía su servicio social o, simplemente, que no hay cláusula que prohíba que el encargado de recibir los trabajos concursantes, respetar su integridad y difundir la convocatoria sea también concursante de última hora.

Pero, por favor, 2 más 2 son 4 y, sencillamente, no es aceptable que la persona encargada de coordinar un concurso resulte el ganador de ese concurso.

La treta de Ilich establece un preocupante antecedente. Si se le deja pasar, no faltarán otros Ilich en otros institutos, en otros estados, en otros momentos, que obtengan premios que ellos mismos coordinan.

Aclaro: no concursé. Pero es deber general cuidar que los premios literarios sean respetados y no sean convertidos en farsas.

Hay que competir con integridad. Ganar de verdad.

No soy ingenuo. Sospecho que no se corregirá esta violación ética y aun legal. Sé que mañana Ilich dirá en Alemania o Ecuador que ganó un premio binacional. Sé que Muñoz se congratula de que su empleado haya sido el ganador. Sé que le darán su cheque de 50 mil pesos, diploma y libro editado.

Y sé, sobre todo, que no olvidaremos este nuevo atropello a la democracia en la literatura nacional. Otro atropello más.

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