jueves, 24 de octubre de 2013

Premio Nobel Galardonan a maestra del cuento

11/Octubre/2013
El Universal
Yanet Aguilar Sosa

Como una “terrible sorpresa” y “algo absolutamente maravilloso”, calificó ayer la cuentista canadiense de 82 años, Alice Munro (Ontario, 10 de julio de 1931), ser designada Premio Nobel de Literatura 2013. La Academia Sueca la definió como “maestra de los cuentos cortos contemporáneos”, ella reiteró un deseo: “Que esto haga que la gente vea el relato breve como un arte importante, no sólo algo con lo que se juega hasta que logras escribir una novela”.
La canadiense que es amplia y profundamente conocida por un pequeño círculo de lectores, críticos, editores y académicos mexicanos, quienes la reconocen como una gran escritora que tiene bien merecido el Nobel de Literatura —al que había sido postulada desde hace varios años—, es aclamada por su narrativa sutil e incluso “sencilla pero al mismo tiempo compleja”, que además se caracteriza por su claridad y el realismo psicológico de sus personajes que son “comunes y corrientes”, inmersos en su vida cotidiana que transcurre en pueblos o ciudades pequeños.
Federico Patán, quien tradujo uno de los cuentos de Munro: “La paz de Utrecht”, para la antología ¿Dónde es aquí? 25 cuentos canadienses (FCE, 2002), aseguró que le encanta como escritora porque “Alice Munro hace que vidas humanas pequeñitas, de cualquier manera digan cosas muy profundas... Su literatura parece sencilla pero es compleja y es de estas literaturas que exhibe de modo sencillo las grandes profundidades de los seres humanos”.
Para el amplio público lector, Munro no es tan conocida a pesar de que el año pasado Random House Mondadori hizo circular en México cuatro de sus libros: Amistad de juventud, Demasiada felicidad, La vida de las mujeres y Las lunas de Júpiter, bajo los sellos Lumen y DeBolsillo. Sin embargo, para los conocedores de sus relatos, entre los que encuentran Federico Patán, Mónica Lavín, Claudia Lucotti, Roberto Frías, Ana García Bergua y Andrés Ramírez, Alice Munro es una cuentista consumada, que algunos consideran la “Chéjov canadiense”.
Esta escritora que comenzó a estudiar periodismo e inglés en la Universidad del Oeste de Ontario, pero los abandonó cuando contrajo matrimonio en 1951 y entonces junto con su esposo establecieron una librería en Victoria, en la Columbia Británica, publicó su primer libro en 1968: El baile de las sombras felices.
A partir de allí se sucedieron varios libros, siempre de relatos —aunque hubo por allí una novela, La vida de las mujeres—, hasta que el año pasado llegó Mi vida querida, el libro de cuentos con el que Alice Ann Munro se despidió de las letras a los 81 años por considerar que tenía que cerrar su ciclo. Un año después, la narradora se alza con el máximo galardón a la literatura que está dotado de ocho millones de coronas suecas —alrededor de 1.24 millones de dólares— que recibirá en una ceremonia en Estocolmo, Suecia, el próximo 10 de diciembre, aniversario de la muerte del fundador del premio, Alfred Nobel.

La compleja sencillez
Algunos críticos califican a Alice Munro como “La Chéjov canadiense”, en referencia al escritor ruso, también oficiante del cuento, Antón Chéjov, los más la celebran como una notable cuentista. Todos los escritores, críticos y editores consultados por EL UNIVERSAL destacan sus historias aparentemente sencillas que esconden una gran complejidad, pero también, que el Premio Nobel de Literatura se haya concedido a una escritora canadiense (por vez primera en su historia) y que se premie un género literario a veces desdeñado: el cuento.
“Sus historias se desarrollan a menudo en ciudades pequeñas, donde la lucha por una existencia decente genera a menudo relaciones tensas y conflictos morales, anclados en las diferencias generacionales o de proyectos de vida contradictorios”, señaló la Academia.
La investigadora de la UNAM Claudia Lucotti coincide.
“Sus cuentos parecen ser de bajo perfil, en general se centra en mujeres, aunque para nada es un trabajo feminista y en general son mujeres en sus vidas cotidianas, en sus relaciones de pareja, amorosas, como hijas o como madres, con una mirada muy aguda y un estilo económico pero sugerente pues se mete en las vivencias y en las vidas de gente común y corriente, y acaba mostrando cómo cualquier ser humano encierra un universo de interés y todo esto además con una serie de técnicas, no presta quizás tanta atención a las descripciones físicas de los personajes; no son cuentos con mucha acción y movimiento, pero lo que se explota de manera económica pero muy lograda son los procesos de cómo uno digiere, asimila, construye, arma lo que significa una experiencia vivida”, señala la académica universitaria cuya línea de investigación es la literatura canadiense.

Por su parte, el crítico y traductor Roberto Frías asegura que algo que es particular en Munro es que al ocuparse de este microcosmos hace con esa materia prima un mundo en el cual todavía hay muchos misterios más. “A través de lo que parece cotidiano y doméstico, emergen los misterios de nuestros actos, eso es lo que es sorprendente en ella. Logra encontrar en el ama de casa, en el trabajador de la construcción, en el granjero, además también en estos escenarios: la granja, la comunidad recluida en un entorno geográfico poco amigable, las cosas más extrañas y misteriosas de los seres humanos”.
La obra literaria de Alice Munro supera apenas la docena de libros, entre los que destacan La vista desde Castle Rock, El amor de una mujer generosa, Secreto a voces y El progreso de un amor, estos tres últimos llegarán a México a principios de noviembre bajo el sello RBA, y es considerada de gran calidad, muy interesada en las mujeres.
Andrés Ramírez, editor literario de Random House Mondadori México, dice que sus temas son principalmente las mujeres y las relaciones de pareja y familiares, pero siempre acentuando la psicología de los personajes y de estas mujeres con un toque de humor muy fino, medio negro. “ Sus cuentos son de una textura muy en apariencia sencilla, que se deja leer muy fácilmente, la complejidad está en todo el entramado de los personajes y de las historias que arma. siempre llega a la medula de los problemas que plantea”.
La escritora Mónica Lavín asegura que al premiar a Alice Munro se está premiando un género: el del cuento.
“Un cuento que hace honor a una tradición, el cuento chejoviano, el cuento que tiene que ver con personas como uno, donde fácilmente nos identificamos, relaciones familiares, mucho el tema de las mujeres, situaciones donde no pasa algo precisamente extraordinario pero sí pasa; todas estas formas de escritura donde trabaja mucho con la memoria, los tiempos, las idas y vueltas”.
Su colega y también gran lectora, Ana García Bergua, destaca la calidad de sus personajes: “Son como enigmas, a mí me gustan mucho, son como narraciones muy detalladas, muy cotidianas, de diferentes épocas, de repente unas cosas adquieren sentido mucho después, es como una narrativa de fresco, de que vas viendo todo muy de cerquita y te das cuenta de que ha hecho todo un dibujo. ¡Es padrísima!”.
En México, aunque con pocos ejemplares, están circulando ya en librerías cuatro libros: Amistad de juventud, Demasiada felicidad, La vida de las mujeres y Las lunas de Júpiter, bajo los sellos Lumen y DeBolsillo, pero en dos semanas aproximadamente Random House Mondadori hará rempresiones de esas cuatro obras y editará en México Mi vida querida, que hoy sólo circula en España, aunque sí se puede conseguir en formato digital, junto con los otros cuatro, en librerías mexicanas como Gandhi y Fondo de Cultura, o en plataformas como Amazon México y iTunes.
En un recorrido por librerías del Centro Histórico la tarde de ayer, constatamos que los libros aún no se exhibían; sin embargo pronto podremos leer a esta escritora que Frías define como poseedora de un “estilo que parece muy sencillo pero que siempre tiene algo desconcertante, ya sea una frase, una palabra ligeramente fuera de contexto, ligeramente extraña, tiene un método para escribir que me resulta demasiado original. En nuestro idioma sucede con Borges en la manera en que adjetiva, la manera en que pone el punto y coma, pues igual Alice Munro tiene eso, es el equivalente en inglés, sin ser preciosista”.

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