Laberinto
Heriberto Yépez
Lo marginal de ayer se vuelve lo cool de hoy.
Artistas o autores excluidos o soslayados en
vida, luego se vuelven símbolos de alternatividad, Jet Set.
La mayoría de los curadores, críticos, académicos, lectores, escritores, editores, periodistas, etc., que hoy se identifican con marginales muertos, si hubieran vivido junto a ellos también los hubieran despreciado.
¿A qué se debe que los excluidos se vuelven Lo Exclusivo?
A que a las clases estéticas nos gusta, oh, La Distinción.
No queremos ser como la perrada que tiene gustos culturales obvios. Queremos Lo Distinto.
Para eso mucha gente compra arte: para
distinguirse. El arte otorga mayor clase espiritual, intelectual, alta cooltura.
Como la Poesía, la que nos Refina. O la Academia, que nos Educa. Y la Música, que purifica el ruido de la Tribu.
O el Cine Culto. Los olvidados ¡qué buen Buñuelo Intelectual!
Los andrajosos, outsiders, apestados o raros del pasado se vuelven oportunas “joyitas”, lujos–retro de los que quieren distinguirse mediante consumos diferentes a los del Vulgo Culturoso y Mainstream Meado.
Ese fenómeno queda evidenciado cuando las mismas comunidades que gustan de los raros y marginados del pasado, desprecian a los marginados y “raros” de este momento.
Ni los voltean a ver. No saben ni de quién hablo. Dirán: este tipo lo dice por “provocar”, “polemizar” y “joder”, ¡inventa!
El verdadero reto es reconocer el valor de quienes hoy no aparecen en las revistas, suplementos, editoriales, disqueras, menciones o salas.
Pero no para explotar su imagen, hacer dinero y convertirlos en un nuevo producto vendible, presumible como Gran Descubrimiento, un trampolín más en su carrera de Cazador de
Talentos o, peor aún, Secreto–de–Unos–Cuantos.
Quizá la lección que los grupos culturales pueden extraer de haber ignorado en el pasado obras que hoy les parecen Nice es entender de qué manera siguen activos los patrones de juicio que nos hacen ignorar a otros HOY.
Y ya no heredar el desprecio y, por ende, lo próximo Retro–Distinguido.
Lo más lamentable de todo este proceso de uso y reciclamiento elitista de los marginados muertos es que cuando los Elitistas Reconocidos los usan para Coolificarse un poco más, los Meta–Elitistas —es decir, los Elitistas que desprecian a los Elitistas–Conocidos–Por–Todos— dicen “ah, esos marginados muertos son un puro mito, una modita pasajera, yo por eso no me mezclo con tales FetiChistes”.
O los que se creían dueños del Gran Secreto, al verlo difundido, digan “oh, no, nos ha robado nuestro tesoro la chusma advenediza”.
La tragicomedia pin–pongnera del Clasismo Intelectual es que los marginados muertos suelen quedar atrapados; otra vez en entredicho.
Pero eso no es una ley. Eso puede cambiar. La clave son los jóvenes sin prejuicios, y los hay, y son muchos.
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