sábado, 26 de mayo de 2012

Carlos Fuentes y el PRI

19/Mayo/2012
Laberinto
Heriberto Yépez

La dupla Octavio Paz (1998) y Carlos Fuentes (2012) ha terminado. La dupla fue posible por el PRI.
Son irrepetibles. Aunque gane el PRI, despertará otro dinosaurio. Lo dijo Marx: la historia sucede dos veces, una como tragedia, otra como farsa.
Paz y Fuentes son dos variantes de un mismo tipo de intelectual hegemónico: autores cosmopolitas y, al mismo tiempo, nacionalistas, que poetizaron la Historia de México creada por el PRI.
Autores revolucionarios —de estética vanguardista— e institucionales —apoyados por el aparato del Estado—: Vanguardistas Tradicionales, son la Literatura Revolucionaria Institucional.
Paz y Fuentes probaban que México era “moderno”.
Pero Fuentes murió criticando duramente el regreso del PRI; y Paz, elogiando a Salinas, Zedillo y Televisa. Esto no se dice en México porque Paz designó sucesores que cuidan su imagen de Mesías Anti-Tropical.
¿Qué hizo posible el poder de los intelectuales revolucionario institucionales?
Representar a la aristocracia mexicana. Su escritura, oralidad, vestimenta, modo de ser eran elegante espiritualización de las clases altas de la Ciudad de México.
Por eso la constante alusión a lo seductor e integral, al Aura de estas figuras que nos pusieron al tú por tú con lo más “bello” y “moderno”.
La cultura alta —universal, simultánea y refinada— soñada por la aristocracia mexicana.
En su inicio, los hizo posibles el apoyo estratégico del Fondo de Cultura Económica —editorial del Estado— cuya distribución canónica les aseguró ser leídos como voceros cumbre del Espíritu Nacional.
Luego Televisa y empresarios que veían en ellos Paz y Progreso.
Su aristocracia cultural (ideológica) estaba ligada a la clase política, que necesitaba su compañía, distinción y photo-op para darse baños de cultura alta, y que a intelectuales aseguraba vaso comunicante político.
Su prestigio fue impulsado por funcionarios de alto nivel como prueba de no ser representantes de un régimen vulgar. Unos a otros se legitimaron.
Los intelectuales revolucionario institucionales tuvieron como causa y efecto servir de instrumento de ascenso de clase cultural.
El régimen les dio las condiciones para que ellos fueran Caciques-Quijotes a cambio de promover Democracia Dulcinea, en páginas donde por fin fuésemos “contemporáneos de todos los hombres” (en pleno subdesarrollo y desigualdad).
Sin embargo, Fuentes acumuló tanto poder que terminó independizándose del régimen en mayor medida que Paz, hasta el grado en que esta simbiosis hubiera tenido un giro en el sexenio de Peña Nieto.
Al ocurrir su sorpresiva muerte en el umbral del retorno fársico, el PRI hubiera llegado con el último líder de lo intelectuales revolucionario institucionales en su contra.
Peña Nieto se salvó por una agripina aspirina. Puede el PRI descansar en espectral Paz.

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