Laberinto
Cuando en la FIL a Peña Nieto le preguntaron por tres libros que lo han influido, se dijo que su cantinfleo mostró que no lee. Lo que mostraré es que sus críticos tampoco saben leer.
EPN inició hablando de la Biblia. Dijo que lo “marcaron” pasajes. No dijo cuáles. Por un lapsus posterior podemos saber que uno de ellos fue la mortal traición de Caín contra Abel.
Luego atribuyó La silla del águila a Krauze.
Enrique P.N. cambió al autor real por Enrique Krauze, tal como en la novela Carlos Fuentes cambia 1994 por 2020, el TLC por una represalia de USA, y para narrar cómo Carlos Salinas mató a Colosio les da otro nombre.
Lo de EPN fue un largo lapsus freudiano en que al improvisar asociaciones se filtraron contenidos de su inconsciente y pensamiento privado. Sus errores revelan.
Luego no pudo recordar el título de un libro de Krauze —La presidencia imperial— y su “antítesis” (Las grandes mentiras de Krauze de Manuel López Gallo), y dijo frases como “el nombre del título de este libro” y “las mentiras sobre el libro de este libro” que no son mera estupidez sino señales de que ocurrían desplazamientos inconscientes en su discurso.
Ya muy dentro del lapsus mencionó a La hija pródiga y “Caín y Abel” (sic) (Kane y Abel) y ya no pudo titular al otro libro de esta trilogía de Jeffrey Archer.
La hija pródiga se trata de la vida de la hija de Abel, Florentyna Kane, hasta ser electa presidenta, y Richard Kane, un hombre guapo, de buena cuna y decidido a llegar a la cima.
El libro innombrable es Shall we tell the president? sobre un agente del FBI que debe impedir el asesinato de la presidenta.
También de Archer son La carrera hacia el poder y El impostor (sobre un hombre al que se culpa de un asesinato), entre otros bestsellers de conspiración, adversidad, constancia y ambición.
Después de aludir a Archer, EPN dijo que lo último que estaba leyendo es La inoportuna muerte del presidente (autor no recordado: Alfredo Acle Tomasini). Sobre la muerte de un presidente mexicano y maquiavélica sucesión.
Luego aclara que “otro que le gustó mucho también” es (sin nombrar: El seductor de la patria) de Enrique Serna “sobre este personaje polémico que fue Santa Anna y que hace de manera novelada”. Interesante la relación no-velada de EPN y Santa Anna.
En conclusión:
1) Casi todos los libros que EPN mencionó velada o no-veladamente se tratan de muertes de presidentes o candidatos, escaladas de poder o intrigas siniestras.
2) Los perfiles de muchos de esos personajes son similares a él.
3) La cantidad de errores apunta a que hay un pensamiento privado que emergió simbólicamente —vía omisiones, alusiones y confusiones— y que fue la lucha subconsciente entre la represión y expresión de ese flujo lo que provocó el lapsus en general.
Dejo al lector sacar otras conclusiones.
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