El Universal
Dentro del panorama de la literatura de la Revolución, la obra de Esteban Maqueo Castellanos (Oaxaca, 1871-Ciudad de México 1928) es singular, no sólo por su brevedad -apenas escribió una novela, dos poemas y algunos ensayos-, sino también porque es un autor olvidado, “un autor prácticamente borrado de la historia”, como señala en entrevista el ensayista Jorge Aguilar Mora.
Pocos saben de la existencia de Esteban Maqueo Castellanos, que fue abogado y ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que ejerció la literatura casi como pasatiempo; menos saben que escribió La ruina de la casona una novela que para muchos es tan significativa como Los de abajo de Mariano Azuela, Cartucho de Nellie Campobello e incluso Se llevaron el cañón para Bachimba de Rafael. F. Muñoz.
Ese autor en el olvido, escribió una novela de cerca de 600 páginas que en 2010 fue reeditada por la Dirección de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), después de 90 años de su primera y única edición. Su novela es una suerte de crónica de hechos, una narración que comienza con las fiestas del Centenario, en septiembre de 1910, y concluye con la entrada de los Constitucionalistas a la ciudad de México, en 1914; vista desde los habitantes de una casona muy cercana al centro de la ciudad.
Una novela que para Jorge Aguilar Mora es importante porque “Esteban Maqueo Castellanos va de vuelta al origen de todos los problemas de México y muestra cómo la legitimidad del poder es un problema persistente a lo largo de la historia de nuestro país; también tomó como protagonistas a una franja social, la clase media baja”.
¿Quién es Maqueo Castellanos?
La pregunta va ligada a otra ¿Por qué fue borrado de la historia, aún cuando el escritor Álvaro Enrigue asegura que “no es el peor novelista de la Revolución Mexicana, por mucho” y sin embargo “está ausente del canon”.
Enrigue concluye que hay una razón fundamental: “Todas las novelas de la Revolución son antirevolucionarias, pero la suya (la de Maqueo Castellanos) es directamente reaccionaria”.
Y aun cuando Jorge Aguilar Mora en el prólogo, a su cargo, de La ruina de la casona dice que “es un autor prácticamente borrado de la historia”, en entrevista vía telefónica desde Estados Unidos, afirma que no cree que haya habido una intención contra él, más bien responde al momento histórico.
“El problema es que se escribieron cerca de 300 novelas sobre la Revolución, ¿de cuántas no sabemos nada de ellas? Están olvidadas, es casi el destino de este género de novelas”, dice.
Lo cierto es que Esteban Maqueo fue un “celoso latifundista y juez de lo penal”, un hombre que en 1912 parece haber dejado el cargo para asumir las funciones de senador felicista, es decir, partidario de Félix Díaz, el sobrino de Porfirio Díaz.
Álvaro Enrigue, quien propuso reeditar La ruina de la casona cuando era editor de la Dirección de Publicaciones, dice que no se necesita una gran calidad moral para escribir una novela “sobran casos y uno de ellos es el de Maqueo Castellanos, que entre los buenos, los malos y los peores de la Revolución siempre estaba con los peores ¡y muy activamente!”.
El narrador recuerda que Maqueo Castellanos participó en el asesinato de Jesús Carranza, fue antimaderista radical y huertista famoso. Dice que después de su exilio en Cuba, donde terminó de escribir “La ruina de la casona”, regresó perdonado por Álvaro Obregón y tuvo una carrera de funcionario de medio pelo de un Poder Judicial que “era oscuro de verdad”.
“Era mal bicho, pero escribió una novela más que competente, al menos en mi opinión y la de algunos otros lectores a los que respeto --a otros no: sé que, por ejemplo, a José Emilio no le gusta”, dice Enrigue.
La riqueza de una novela
En el prólogo-ensayo de esa novela que Aguilar Mora ha incluido en su libro El silencio de la Revolución y otros ensayos (Ediciones Era, 2011) asegura que literariamente La ruina de la casona está en deriva de Los de abajo, Tribulaciones de una familia decente y Domitilo quiere ser diputado de Mariano Azuela.
“Recuerda mucho escenas de Los bandidos de Río Frío, de estas vecindades; la diferencias es que Maqueo Castellanos solamente se concentra en la clase media baja de la ciudad de México y eso es muy importante. Lo que es notable en este autor es que por más que él quiera imponer una visión muy conservadora de la historia de México, el comportamiento y la conducta de sus personajes terminan por romperle todo el esquema; es decir, sus personajes terminan por vencerlo a él”, señala Jorge Aguilar Mora.
Álvaro Enrigue asegura, por su parte, que “(Maqueo Castellanos) tiene una mirada muy vasta que a mí me interesa mucho: ve todo el cuadro en una novela de aliento muy largo, que además, curiosamente, se afinca en una vecindad de la ciudad de México”.
E incluso, dice en entrevista vía correo electrónico, que contrario a todas las novelas de la Revolución Mexicana que ven al mundo del campo a la ciudad La ruina de la casona está estructurada al revés: “ve al país sólo desde el DF, esa peculiaridad me parece suficiente para interesar a los lectores”.
Agrega: “Castellanos es más batallón, con una mirada propia, tal vez no tan refinada como la de Azuela, ni tan honesta como la de Muñoz, pero no escandalosamente inferior. Y su punto de vista de verdad es original -es de los pocos novelistas, por ejemplo, que insisten desde temprano en la posición del trabajo organizado dentro de la revolución, un tema muy urbano”.
Jorge Aguilar Mora afirma que al igual que Mariano Azuela, Esteban Maqueo Castellanos tiene muy buen oído para las voces de los personajes. pero que el autor de La ruina de la casona hizo hablar a sus personajes aún cuando no los entiende por su condición social.
“Mariano Azuela tiene una visión muy darwinista de ver a los personajes de las clases bajas como animales, algo que no hace Maqueo Castellanos, para él es muy importante la clase social, él los asume como gente que no entiende, desprecia a los indios, pero no los ve como animales, sino como seres que no va a entender nunca, claro que los expulsa, pero no los concibe como animales, como el caso de Azuela”, dice Aguilar Mora en la entrevista.
Reconoce que Los de abajo no es un elogio a los de abajo, sino al contrario, “la visión de Azuela es más pesimista y mucho más antipopular que la de Esteban Maqueo Castellanos”.
Jorge Aguilar Mora conoció la novela a mediados de los años 80, cuando estaba haciendo una investigación sobre la Revolución Mexicana, entonces trató de leer todas las novelas inspiradas o que daban datos de esa época; desde ese momento La ruina de la casona le pareció una novela muy interesante.
Recuperación de una literatura
La reedición de La ruina de la casona de Esteban Maqueo Castellanos se hizo dentro de la colección “Singulares”, delineada y coordinada durante su primera época por el escritor Mario González Suárez, con la finalidad de “hacer un rescate literario y editorial”.
De los 12 títulos que propuso González Suárez se han publicado Tadeys de Osvaldo Lamborghini; Cuentos (casi) completos de Calvert Casey; La zapatería del terror de Pedro E. Miret; Camaradas/Soledad de Rubén Salazar Mallén y Aquí abajo de Francisco Tario.
Mario González Suárez dice en entrevista que La ruina de la casona ya no fue su propuesta sino de Álvaro Enrigue. “Debo confesar que yo no la conocía, me parece una novela muy interesante, sin ir más allá”.
Por eso, lo que al escritor le parece importante es que mantengan esta colección que desde que la propuso, externó su interés de hacer recuperaciones para la literatura mexicana “estamos muy acostumbrados al texto oficial de Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes y otros escritores de la Revolución”.
Al respecto, Álvaro Enrigue afirma que al final, La ruina de la casona tiene lo que todas las novelas que a muchos les parecen que deben ser leídas: “Esteban Maqueo Catellanos podía contar una historia y su prosa esa única y característica. Y hay una originalidad en el sitio desde el que cuenta que me parece -y le pareció a los comités- que ameritaba el rescate. Y así se hizo”.
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