Laberinto
En estos años ocurre un giro que no recibe suficiente atención en los medios: la agresión hacia el sistema público universitario a nivel global.
Desde la crisis general de presupuesto de la Universidad de California —el sistema universitario público más prestigioso del planeta— hasta el particular fin del Departamento de Filosofía en la Universidad de Middlesex en Inglaterra, la universidad en Occidente tambalea.
Aun casos excepcionales como Suecia —cuyo acceso a la universidad era gratuito— han dado un giro preocupante.
Los datos muestran que internacionalmente vivimos un retiro de fondos gubernamentales que empuja a las universidades a cerrar programas, aumentar colegiaturas y perder autonomía.
El modelo neoliberal privatiza las universidades públicas y las modifica para proveerse de empleados acríticos.
La autocrítica de Occidente fue alimentada por las universidades. Pero hoy se busca destruir la (débil) alianza que construyó la vida universitaria con distintos anti-capitalismos.
En Norteamérica, por ejemplo, muchas universidades públicas fueron refugio de ideas izquierdistas. Reagan las puso en la mira. Des-izquierdizarlas es el objetivo final.
Se alega que simplemente les llegó la crisis económica mundial y la homogenización a reglas trasnacionales. Por eso se les obliga a seguir lineamientos de empresa.
Pero aún hay algo detrás de la ya de por sí salvaje conversión al neoliberalismo.
Después del medievo, Occidente reformó paulatinamente su educación superior hasta volverla bandera del laicismo, el racionalismo y la superación integral (o, al menos, socioeconómica) de los estudiantes. La Ilustración fue un proceso contradictorio —en nombre de la Razón se justificó la barbarie— pero sólo hay algo peor que la Ilustración: la anti-Ilustración.
El desmantelamiento de las universidades no sólo obedece al “nuevo orden mundial” —lema de los últimos cinco presidentes norteamericanos— sino a un movimiento cultural mucho más hondo: Occidente se arrepintió de propagar los valores educativos (humanistas) del Renacimiento.
Hoy peligra la idea de la universidad como método de liberación; debido a que la universidad, a pesar de todos sus defectos, funcionó.
Si no del yugo económico, la universidad ayudó a liberar a millones de humanos del yugo psicológico de religiones y gobiernos. No sólo vía sus aulas sino, sobre todo, por las ideas desarrolladas y propagadas desde las universidades.
Si la universidad (incluso tal como la conocemos) continuase, las religiones caerían en pocos siglos y la esclavitud política de muchas regiones del planeta cada vez sería menos tolerable.
El sistema capitalista ya se dio cuenta que si permite que las universidades sigan operando, lo echarán abajo.
En la era post-moderna, la universidad —utopía moderna— será dinamitada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario