Laberinto
Cantinflas, ¿voz del desafío popular? ¡Patrañas! Cantinflas era un demagogo.
Sus discursos querían emular (de manera muy mula) las palabras pomposas (y vacías) de los políticos post-revolucionarios mexicanos.
La retórica cantinflesca está hecha de pedazos —remezclados hasta lo inconsútil— de la retórica gubernamental.
Cantinflas causa risa porque es un orador nacional llevado al absurdo. ¿Por qué se le quiso tanto? Porque no es cierto que el mexicano odie al político. Simplemente no logra serlo.
Cantinflas no parodia: sólo es Pelado Hecho Pelotas. Mareado de tanto palabrerío politicastro pero —fiel discípulo de tal púlpito— expropia sus fraseologías y ademanes.
El mexicano ama al gobierno. Si se murieran todos los políticos, la labia oficial podría recuperarse entera a partir de los cachos que el pueblo conserva con amor cantinflesco.
Lépero que quiere ser Letrado, su Todito es el Partido.
¡El Cine me consagra! Y no me interesa el poder de la palabra, más bien por no tener el poder, pido la palabra. Mi falta de sapiencia es mi falta de ignorancia: Cantinflas no dice mucho porque en lugar de comenzar de cero arranca de frases hechas del populismo op. cit.
Tómbola de sobados discursos, cantinflear causa risa porque es coctel descalabrado y revoltijo que desdibuja que Cantinflas es el PRI (hecho bolas).
Cantinflas prueba que el alumnado de todo un siglo aprendía la lengua oficial y aunque no lograba dominarla —a puro cantinflema— no cesaba de practicarla.
Un político mexicano promete sobrio lo que un mexicano cualquiera asegura ebrio. Cantinflas se infló (emborrachó) del Gran Rollo, y al vomitarlo se desinfla involuntariamente cómico.
Lo único que salva a Cantinflas de que lo identifiquemos como demagogo es que no le sale.
Cantinflas es el esfuerzo de un iletrado para defender sus causas íntimas y masivas—y ahí está el detalle— utilizando el lenguaje de “reivindicación popular” originado por el régimen y —aquí está el problemote—, ese lenguaje lo utiliza Cantinflas (im)precisamente para defenderse de él.
¿Y quién es él? ¿El régimen o Cantinflas? Da lo mismo. Tómese un presidente mexicano. Póngasele a dar un discurso. Réstesele sus estudios. ¿El resultado? Cantinflas. Oh Fox.
Así que a cien años del nacimiento del primer mexicano post-revolucionario, propongo corrijamos la definición de “cantinflear” de la Real Academia de la Lengua Española, que hoy reza (un tanto cantinflescamente, por cierto): “1. Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada… 2. Actuar de la misma manera” para que enuncie: “1. Hablar en que se nota que el siervo aspira a hablar como el amo. 2. Como no lo logra, actúa como si despreciara al gobierno”.
El colmo del cantinfleo: pronto el mexicano imitará sin tropiezos la lengua del gobierno.
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