Laberinto
A 25 años de su muerte, compendiaré por qué Borges es el máximo escritor de Occidente.
Fabuló tramas tan memorables como Poe o Kafka.
Las fantasías de Kafka son inolvidables; no su estilo. En cambio, prosar con geometría y relatar impecablemente vuelven a Borges el más consumado cuentista.
Se podría alegar que Hemingway, García Márquez o Cortázar fueron prosistas cabales. Pero ninguno de ellos poseía destreza para las ideas prodigiosas.
Magia de ideas —no sólo historias o personajes— agrega a Borges ser el ensayista literario más interesante de su siglo.
Puede reprochársele —lo hizo Sabato— no tener hondura emocional o psicológica. Decir que su obra no es humana.
Mas percatemos que Proust, Camus y ciertamente Dostoievski obraron con emociones y psicologías propias de mamíferos y reptiles. Borges, en cambio, podría ser el narrador más humano de todos: trabaja con lo único que distingue al hombre: el pensamiento.
Los relatos de Borges no requieren de la realidad para sostenerse. Los sostienen ideas.
Lo borgeano es una parte de la imaginación (temáticas y devenires) y del idioma (vocablos y giros). Borges autografió una zona de la mente y el vocabulario.
Alguien podría decir —así lo suponen anglosajones— que Borges es un escritor conservador frente a experimentalistas como Beckett. Pero casi todos los experimentalistas posteriores a Borges se han inspirado en él —desde Acker y Auster hasta Foucault y Derrida—; el experimentalismo de Borges no pelea con la estilística.
Los experimentalistas suelen sacrificar el estilo para romper estructuras. Como las estructuras de Borges son mentales, pudo conservar belleza verbal y apócrifo clasicismo.
La experimentalidad borgeana reside en mostrar que el cuento y el ensayo son artificios. El cuento es filosofía; el ensayo, ficción.
Primer postmoderno profundo. O el único. Desconstruyó e hibridó antes que otros. No hay literatura más autoconsciente.
Ni los extremos formalistas de Joyce ni los vitalistas de Miller se comparan con el extremismo literario de Borges. Fue el primero en hacer que la literatura percatase su índole primordialmente literaria.
No sólo no devino ilegible sino que Borges lo re-escribió todo desde su identidad del más complejo hacedor de lectores.
Pero tres perfecciones no tuvo Borges: el poema, la novela y la teoría perfectas.
Hay una explicación: Borges para poder hacer relatos y ensayos perfectos tuvo que reducir al absurdo la novela, la poesía y la teoría.
Para alcanzar la cima de dos géneros menores de Occidente, dinamitó los tres mayores. Lo disimula su figura de anciano conmovido y preciso.
La ceguera borgeana está hecha de la obscuridad en que se mantendrá su violenta misión. No era un genio. Borges era un demonio incalculable.
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