sábado, 2 de julio de 2011

Javier Sicilia y sus detractores

2/Julio/2011
Laberinto
Braulio Peralta

Los detractores de Javier Sicilia no han leído al poeta y pensador. Desde los 90 publica en la revista Proceso sobre ética, democracia, religión, zapatismo, narcotráfico, derechos humanos, las muertas de Juárez y, desde luego, Felipe Calderón (lo ha llamado “el católico hipócrita”). Bastaría con leerlo para entender la congruencia de Sicilia en sus actos públicos. Sus errores políticos no deberían ser pretexto para jugar a interpretaciones psicológicas. Extraño análisis en un país que necesita de intelectuales comprometidos, más que con su escritura, con estos malos tiempos para la lírica. Lo que Javier Sicilia está haciendo por México, no cualquiera…

Decir que Sicilia es “la nueva intelectualidad mexicana” después de Monsiváis, es como desconocer de dónde viene cada uno de ellos (protestante uno, católico el criticado. Los dos, religiosos, moralistas y de izquierda, con troncos ideológicos distantes. No hace mal a nadie una opción de pensamiento; sí la dispersión).

No veo “exigencias abstractas” en las acciones sociales de Sicilia. Veo prácticas de democracia, algo que sería poco común en un intelectual con pensamiento obtuso. Él no se siente la neta y permite la participación ciudadana. Sicilia de ocurrente no tiene un pelo. Bastaría con revisar su poesía para corroborar que hay un discurso y escuelas de pensamiento antes de ejercer la literatura. Es un hombre de ideas al que —eso seguramente sí que es probable— lo rebasa esa demasiada gente que no está acostumbrada a que la escuchen. Sicilia los oye.

No veo pecado en ser un “poeta cristiano”. Lo fueron Sor Juana, San Juan de la Cruz y Santa Teresa. Lo de “verbo mesiánico”, no sé… Lo importante es que Javier Sicilia quisiera acabar con los atroces crímenes violentos de México. Ha confrontado a otro católico: Felipe Calderón. Sicilia, creyente de las tesis de la teología de la liberación, cerca de Samuel Ruiz, el padre Vera y Solalinde. Calderón, desde la jerarquía católica que solapó la pedofilia de Marcial Maciel, como otro que es ahora beato. Dos Iglesias diferentes.

Hacía falta un intelectual así. No creo que se sienta Jesús. Sí, portador de las enseñanzas de Cristo. Es católico progresista y de izquierda. Punto. Seguramente se equivocará. Pero quiere cambiar políticas enquistadas desde el poder presidencial. No veo incongruencia entre su catolicismo y su fervor por la izquierda.

No quisiera pensar que sus detractores están cerca del neopanismo, ¿o sí? “Estamos hasta la madre” es una frase del lenguaje popular que resume consignas: no más sangre, no más violencia, no más crímenes, no más familiares desaparecidos, no a una política armamentista, no más guerra. Lo otro —la interpretación psicoanalítica de la frase—, dejemos que lo defina la historia.

Siempre habrá detractores contra los que quieren cambios. Javier Sicilia no es la excepción. Por fortuna, la gente —para los críticos de todo, gentuza, esos hambrientos sin voz—, le dan la fuerza para recordarle al gobierno los 40 mil muertos de su sexenio. Sus detractores deberían pensar en las posibilidades del cambio, no en la reacción. La guerra contra el narcotráfico requiere de soluciones pacíficas. Sicilia camina en esa dirección.

Coda

Además, creo que a Jorge Volpi lo chamaqueó el gobierno de Felipe Calderón. Y obvio, le creo a Volpi, más que a la canciller Patricia Espinosa.




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