domingo, 12 de junio de 2011

Efraín Huerta: la risa inteligente

12/Junio/2011
Jornada Semanal
Jair Cortés

La poesía mexicana ha sido, en su mayoría, demasiado solemne, hecho que contrasta con el carácter del mexicano promedio que encuentra en el humor y en la ironía formas de mirar su entorno, pero sobre todo, de sobrevivir al mundo. Suele pensarse, erróneamente, que la literatura que nos revela el filo cómico de las cosas es ligera y que la risa debe dar paso a cuestiones más serias. Tal vez esta postura frente al humor en la literatura tenga su raíz en La poética, de Aristóteles, quien señalaba: “La Poesía se dividió según el carácter propio del poeta; porque los más respetables representaron imitativamente las acciones bellas y las de los bellos, mientras que los más ligeros imitaron las de los viles, comenzando éstos con sátiras, aquéllos con himnos y encomios.”

Afortunadamente siempre hay quienes no se limitan a recorrer los caminos más transitados. Efraín Huerta fue uno de esos poetas que comprendió la importancia y trascendencia del humor. El producto de esta actitud se lee en su libro Estampida de poemínimos. Esta obra, cargada de provocaciones luminosas, corre el riesgo de hacernos reír, sin que ello signifique que la reflexión pase a segundo término. Acaso Huerta inventa una forma poética: un conjunto de pequeños prismas en cuyo interior se refleja la luz de la ironía y la contradicción, como en el poemínimo titulado “Desconcierto”: “A mis/ viejos/ Maestros/ De Marxismo/ No los puedo/ Entender;/ Unos están/ En la cárcel/ Otros están/ en el poder.” Con un pie en el aforismo y otro en el refrán popular, el poemínimo despliega su pequeña majestuosidad, como una mariposa que al abrir sus alas asombra y emociona. La capacidad de concreción en los poemínimos de Huerta es una característica que los hermana con el haikú; su distribución visual nos da la pausa necesaria para asimilar la densidad concentrada a través de una lectura que gotea en la página. Pero los poemínimos de Efraín Huerta van más allá del refrán popular; se apoyan en la intertetextualidad, en el doble sentido y en los diferentes niveles del humor (negro, blanco y rojo): “Y así/ Le dije/ Con desolada/ Y cristiana/ Bondad:/ Desnúdate/ Que yo/ te/ Ayudaré.”

Es posible encontrar en estos poemas aquello que T.S. Eliot llamaba “la música de lo coloquial”: “Ahora/ Me/ Cumplen/ O/ Me/ Dejan/ Como/ Estatua.” La vigencia de los poemínimos de Efraín Huerta no tiene caducidad, porque su brevedad los convierte en textos memorizables (ahora podría decirse que “posteables”), y porque la realidad que vivimos diariamente es así de complicada: trágica y cómica al mismo tiempo.

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