Laberinto
Carlos Martínez Rentería en La Jornada me reclama decir que el consumidor patrocina la narcoguerra. “Yépez suscribe argumentos más cercanos a los prohibicionistas gubernamentales que a la lucidez”.
Se equivoca. Él cree en el gobierno, yo no.
La propuesta de legalizar la droga es ilusa.
Se necesita un estado de derecho más fuerte para hacer legal la droga que para mantenerla ilegal.
En este país impune y corrupto, la producción y venta legal de droga no podría ser implementada. Legalizar la droga exigiría primero legalizar al país.
El papel de esa utópica ley mexicana serviría para fumar marihuana.
Imaginemos que hoy se aprueba esa ley y pongo mi negocio en Tijuana, Culiacán o Juárez. No pasaría una semana antes de que mi changarro y cuerpecito emprendedor fuesen baleados. Entonces demos la concesión a los narcos. A todos por igual y todos felices.
Pero como no hay autoridad que pueda o quiera impedirlo, los narcos disputarían y controlarían los “permisos” a punta de bala.
Despierten de su sueño mexicano: sólo se puede legalizar la droga en países con estado de derecho.
Donde 98.5 por ciento de delitos quedan impunes y el soborno mueve montañas, no es posible legalizar la mota. Mucho menos crack, crystal, coca, heroína y demás.
¡Imaginen a los inspectores!
¿Creen que el gobierno mexicano podría vender droga? ¿O hacer concesiones limpias y respetables? ¿Campesinos u obreros viéndose beneficiados de su producción? ¿Impuestos de la droga para pavimentar calles? Señores, apaguemos el churro. Estamos en México. Aquí eso no es posible.
Quizá el complejo militar-industrial de USA podría ejercer la violencia para que gobierno y corporaciones (trasnacionales) manejasen legalmente la droga, y utilizar de modo abierto el narco-dinero para lo que lo utilizan hoy en secreto: financiar guerras.
Pero en México, la “legalización” sería el week-end de un gober, un capo y 14 encobijados. El movimiento pro legalización mexicano es ingenuo: ¡confía en la capacidad de gobierno y narco de ser legales!
(Sólo falta que digan que el Pueblo o la Ciudadanía se harían cargo).
En el mejor de los casos, un recrudecimiento de la narcoguerra sería indispensable para poder asegurar un narco-mercado legal. Se me podría decir: sí, pero la narcoguerra para cuidar a las empresas o agencias de gobierno que producirían y venderían la droga sería un mero periodo violento de transición del mercado ilegal al legal.
Justo lo que Calderón dice: la narcoguerra es temporal.
La narcoguerra no puede ya ser pasajera. La geopolítica, la descomposición emocional y social, el narcoconsumismo, el orden laboral global y la corrupción extrema del tercer mundo han creado condiciones en que la narcoguerra ya es permanente: estructural.
Esa misma narco-realidad hace fantasar con la droga “legal”: delirio del opio imposible.
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