domingo, 11 de octubre de 2009

La universidad en vías de extinción

2009-10-10
Suplemento Laberinto
Heriberto Yépez

El medievo inventó a la universidad. Nunca ha sido moderna. Del clero al capital, intocada por la ciencia. La universidad es una institución en vías de extinción.

La universidad tiene como fin crear conocimiento. Como efecto colateral, crear profesionistas. Pero casi todas sólo sirven como kindergardens extemporáneos. Aun la tesis ha desaparecido. Nadie ahí investiga. Universidad y ciencia, divorciadas; en el mejor de los casos, amantes de ratos libres.

Si un profesor desea impartir cátedra debe hacerlo a la antigüita: dar clase solipsista. Si es progresista y aplica, digamos, constructivismo, y baja al nivel de los alumnos y construye la clase con base en su interés, necesidades y saber real, tendrá que olvidarse de impartir su curso: los alumnos vienen de prepas mexicanas, es decir, su nivel es de primero de secundaria.

Los planes de estudio universitarios son inaplicables.

Además de patito, la universidad tiene mala imagen. Desde el 68 se le ve como trinchera de revoltosos; hoy esa idea prosigue vía Lucía Morett (estudiante de la UNAM acusada de terrorismo por el gobierno colombiano) y últimamente por el arresto de Ramsés Villarreal (estudiante de la UAM, acusado de ser el ecoloco detrás de los bombazos en cajeros automáticos). En México, el universitario aún es el Malo.

Como remate, la uni no ayuda a ganar más. Entonces —pregunta popular— ¿pa’qué estudiar?

En Estados Unidos, por cierto, la Universidad de California, que alguna vez fue un prestigiado sistema de educación pública, hoy se vuelve una universidad mexicana. Ya incluso estudiantes del campus de Santa Cruz han tomado un edificio en protesta y los medios les hacen mala cara.

El desprestigio de la universidad en México y EU está vinculado al ascenso de la derecha y la decadencia de la izquierda. Los gobiernos neoliberales desean deshacerse de áreas enteras del sistema universitario —las Humanidades—; convertir carreras en proveedoras de tecno-jornaleros y, en el plano de las ideas, evitar lo izquierdoso y lo darwiniano.

Y —dice el absurdo zurdo— si la universidad es su templo, ¡Marx no ha muerto!

El secreto mejor guardado del capitalismo es que el último marxista del planeta morirá en Berkeley. Y los Republicanos desean ya fumigarlo.

Detrás de los ataques y recortes a la universidad pública está la privatización y frenar la crítica latente que ella genera.

La universidad siempre ha sido saboteada.

Familia, gobierno, negocio, espectáculo, religión y, sobre todo, sistema escolar la vuelven imposible. Nadie parece aún notarlo, pero la universidad está pasando de utopía iluminista a dinosaurio (que sólo existió en los museos). La universidad está desvaneciéndose.

¿Qué sigue de nosotros, los posmodernos? La verdadera Edad Media.

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