lunes, 5 de octubre de 2009

Interroguen a Samantha

05 de octubre de 2009
El Universal
Guillermo Fadanelli

Una buena parte en la vida de las personas se va en intentar dominar sus pasiones y en poner diques a sus impulsos, pues de lo contrario la vida se haría insoportable. Ocultar lo que piensas y hacer cuanto puedas para silenciar los deseos parece necesario si no quieres entrar a una guerra permanente con quienes te rodean. No se puede ser siempre honrado cuando se vive en una comunidad porque entonces los otros también serán honrados y sus sentimientos nos serán incómodos e incluso detestables. Practicar la hipocresía es un ejercicio de supervivencia común, aunque aceptarlo convierta a las personas en cínicas.

Por eso es que las mentiras piadosas no son una excepción durante el tiempo que dura una vida, sino probablemente sean la esencia de las relaciones humanas. Si en una comunidad los habitantes acordaran decir la verdad durante un día entero terminarían en guerra, porque nadie posee tanta sabiduría como para aceptar, sin inmutarse, la sinceridad en boca de las demás. Y pese a que en mi caso intento ser lo más honrado posible cuando doy un juicio o una opinión nunca se puede ser honesto totalmente. Si lo eres da por sentado que causarás heridas. La prueba de que mis palabras son ciertas es que cuando más deseo insultar o atacar a alguien simplemente le digo lo que pienso.

Poner límite a las pasiones es en buena medida ocultarse, mutilarse o decirle mentiras al espejo. En cambio, ser descarado se paga o con el desprecio público o con la felicidad momentánea. Cada uno hará su balance e intentará administrar sus deseos y sus actos como mejor le conviene, de lo contrario la libertad carecería de sentido. ¿Qué caso tiene decir que somos libres si no tenemos la capacidad de elegir entre lo que es bueno y lo que es malo? Pero si uno elige libremente seguir el impulso de sus pasiones podría ir a la cárcel, herir a quien más quiere u ofender a los desconocidos. La libertad es un concepto no una realidad y esta conclusión no proviene de una meditación sino sólo de la experiencia. Yo no puedo oponerme a los celos por más que lo intento y tampoco logro quitarme de la cabeza la imagen de una mujer hermosa. Quiero decir que sufro, como casi cualquier persona, una tiranía que hace de la idea de libertad una broma inocente.

A Roman Polanski se le ha detenido en Suiza a causa de haber cometido un delito 30 años atrás en Estados Unidos. Se le acusó de tener sexo con una adolescente de 13 años. Polanski aceptó ser culpable, por lo que estuvo unos días en la cárcel y antes de que se le llevara a juicio pudo marcharse a Europa de donde no volvió: esto es lo que sabe cualquier persona que lee periódicos. Lo que me interesa saber es si ejecutar una ley puede llegar a ser un acto de injusticia o, dicho de otra manera, hasta qué punto la justicia está en verdad representada por las leyes.

La teoría dice que un artista o un ser excepcional como Polanski debe someterse a las leyes como cualquier persona común. Y no importa si ha creado obras para beneficio del espíritu humano o su presencia en el mundo ha traído consigo bien para muchos y mal sólo para unos cuantos, tampoco importa si su visión nos ha ofrecido una ventana para conocer a fondo el extremo de los miedos y las pasiones. Aun a costa de estas virtudes se le castiga no porque tiene que cumplir con la justicia, sino porque debe someterse a las leyes que prevalecen en su sociedad. Ahora bien, si las leyes no hacen excepciones es porque quienes las representan llevan a cabo un papel de verdugos que no dudan y que por lo tanto son tan inhumanos como cualquier criminal que trata a sus víctimas como objetos o cosas. Samantha Geimer, la víctima de Polanski, dijo hace unos días que la publicidad alrededor de su persona ha sido para ella un acoso más traumático que lo sucedido 30 años atrás y que tanto ella como su familia desean olvidar el asunto. Sin embargo, esto no tiene importancia para quienes persiguen al director en la actualidad. La realidad es que no se le trata como a una persona común. Se le persigue por ser excepcional. Me gustaría saber cuántos crímenes por discriminación contra mexicanos se cometen en el estado de California todos los días y qué tanto su aparato de justicia persigue con tanto encono a los culpables. ¿Justicia?

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